Barakaldo, 25 dic 2025. El barrio de Burtzeña y el área de Zubileta aparecen siempre en el discurso del PNV y del PSE cada cuatro años, cuando hay elecciones municipales. El resto del tiempo, surgen de vez en cuando en las noticias por la inseguridad ciudadana o por el "abandono" y las protestas de los vecinos. Las promesas y planes anunciados son incontables. La realidad a 25 de diciembre de 2025 es que la degradación está en niveles cada vez más graves, de arriba a abajo y viceversa en este barrio en ladera.
Recorrer la zona sobrecoge. Lleva muchos años en mal estado, pero ahora es un gran vertedero a cielo abierto, especialmente a partir del número 12 de la calle Zubileta, en donde, paradójicamente, el Ayuntamiento ha colocado una luz de navidad de acera a acera, a modo de puerta a una nueva dimensión.
Hace 10 años, Burtzeña fue
la estrella de la campaña electoral. El PSE luchaba por mantener la alcaldía después de 30 años de alianzas con el PNV, y el PNV quería la alcaldía después de tres décadas de apoyos y Gobiernos de coalición con los socialistas. Los vecinos estaban especialmente enfadados y comenzaron protestas con carteles en ventanas y balcones que decían '
Burtzeña existe'. El PSE pagó cara
la arrogancia de su candidato, Alfonso García; y la nacionalista
Amaia del Campo prometió todo y ganó.
Sólo en 2015 —después ha anunciado muchas más—,
el PNV se comprometió con medio centenar de acciones en favor de Burtzeña. Desde hacer cumplir a Bilbaína de Alquitranes la normativa ambiental, a poner guardería, limpieza permanente de caminos, rehabilitar viviendas, un centro social para mayores, presencia policial nocturna, eliminar la infravivienda, soterrar las vías del tren o desarrollar el Parque Empresarial de Burtzeña.
"Es el mejor barrio del mundo", dice un residente en La Constancia. Parece convencido. La autopista ruge sin cesar, pero los vecinos ya ni se dan cuenta de que es ruido. Hasta la zona llega varias veces al día un pequeño autobús eléctrico municipal. En La Constancia no hay ningún servicio público ni tiendas ni una tasca, tampoco en Cadagua, mucho menos en Zubileta, mientras en Burtzeña sorprende que quede una frutería mientras hasta las letras de la casa de cultura están caídas.
El triángulo formado por El Calero, Zubileta 24 y, a lo alto, Cadagua es algo así como la 'zona cero' del barrio. Las aguas fecales caen junto al pilar del puente de la autopista. Hay asentamientos de personas sin hogar que sobreviven entre la humedad extrema, las ratas, basura y la pestilencia. Los vertidos están por todas partes. Las antiguas fábricas por actividad están en un nivel de abandono absoluto y algunas personas rondan martillo en mano para poderse llevar elementos metálicos.
La promesa electoral de hace 10 años hablaba de la completa regeneración de la zona. El motor del cambio iba a ser
El Calero. La alcaldía de Amaia del Campo (PNV)
difundió en 2018 las simulaciones de cómo iba a quedar desde el puente de Zorroza hasta el viaducto de la autopista a Santander.
Todo se fiaba y se fía al sector privado, con una multimillonaria operación inmobiliaria para construir 550 pisos privados en suelos
contaminados e
inundables, de la que se ha indicado que tiene una
"dudosa" viabilidad económica. El PNV, defensor del plan con poyo del PSE, sostiene que es
"imposible" regenerar Burtzeña con dinero público y en los 10 años de la alcaldía de Del Campo, efectivamente, no se ha regenerado pero tampoco se ha puesto siquiera la primera piedra del negocio de los pisos.
Si los residuos están por todas partes entre el puente de Zorroza y los pilares del viaducto de la autopista, no mejora mucho a partir de ese punto. Ladera arriba, con vistas tan directas a la autopista que hasta da la sensación de los coches pueden saltar dentro de las casas, la barriada de Santamaría o Cadagua es un laberinto con bloques de ladrillo que, en buena parte, están visiblemente deteriorados. Puertas precintadas, pisos abandonados y tapiados, y las aguas fecales cayendo hacia Zubileta.
Abajo, en torno al grupo de pisos de Zubileta 24 y el llamado "polígono industrial" de Ibarreta, la degradación salta también a la vista. Pese al escándalo y alarma social por la reyerta mortal, no hay mejoras un año después. Una cámara policial en una farola y una limpieza que se llevó todo de la plazoleta, incluidos los columpios y bancos, es lo que ha quedado, junto a un bien mantenido césped por parte de los trabajadores de Usoa.
Pero todo alrededor se deteriora. El olor sigue intenso desde la fábrica aún en marcha de Sebería Bilbaína. Las gaviotas revolotean atraídas por los restos que se usan para hacer sebo fundido y harina de carne. El pabellón de la empresa Mebunik supuestamente está tapiado pero las chapas se han levantado y es obvio que hay personas que entran o viven en este lugar, lleno de ruinas
incendiadas periódicamente.
Los vecinos parecen resignados, aunque son conscientes de que la suerte no es igual para quienes viven sólo unos cientos de metros más allá, en el área de Las Delicias, el barrio del concejal de Alcaldía, Gorka Zubiaurre (PNV), en el que los cuidados por parte del Ayuntamiento son evidentes.
Las asociaciones Santa Águeda-Kastrexana-Urgozo y de Adelante Kadagua han reclamado airadamente al Ayuntamiento planes de regeneración, y el Gobierno del Ayuntamiento formado por PNV y PSE se han visto obligados a prometer que lo harán.
Lo cierto es que hasta ahora, salvo hechos simbólicos como colocar cámaras de videovigilancia, únicamente se ha avanzado en iniciar el proceso para contratar a un despacho que, por unos 150.000 euros, redacte un plan. En el mejor los casos, el documento estará preparado dentro de un año y después habrá que hacer obras o intervenir. Pero en mayo de 2027 hay elecciones municipales, así que están garantizados nuevos retrasos y nuevas promesas como las de hace 10 años.