Inundaciones | ¿Puede Barakaldo sufrir una tragedia como la vivida en Mallorca?

El río Castaños a su paso por Gorostiza durante una jornada de lluvias

La decena de muertos causada en Mallorca por las inundaciones, tras unas lluvias torrenciales en una zona de viviendas situada en el cauce de un torrente, ha vuelto a situar en el debate público la actuación de los Ayuntamientos que permiten o promueven construcciones en zonas de riesgo. Barakaldo no es ajena a esta situación y no sólo hay cientos de viviendas ya edificadas en zonas potencialmente inundables sino que hay nuevos proyectos que insisten en ello, como plan de los 500 pisos de El Calero, en Burtzeña.

Los "mapas de peligrosidad y riesgo" de la agencia vasca del agua URA identifican en Barakaldo las proximidades de los ríos como zonas con alguna probabilidad de inundación. Pero no sólo afecta a estos espacios que son obvios.

Aunque la población parece haberlo olvidado, tradicionalmente se conocían como Vega de Ansio los terrenos que se extienden entre Retuerto y Arteagabeitia Zuazo, desde la feria de muestras BEC! y hasta Megapark y Max Center. Y una vega es zona agrícola fértil precisamente gracias a la humedad y las periódicas inundaciones.

Quienes viven desde hace décadas en determinadas zonas de la anteiglesia recuerdan cómo periódicamente el agua llegaba a las casas y, en algunos casos, sigue ocurriendo. Buen ejemplo es el barrio de Gorostiza. En los meandros del río Castaños, donde antaño se aprovechaba la fertilidad de los suelos para plantar lechugas, desde 2003 se construyen chalés. Los viejos residentes en la zona saben que de vez en cuando el río se desborda. El club de bolos a cachete trabaja con previsión: sus materiales están guardados en alto para evitar que la inundación, cuando llegue, los eche a perder.

En la Vega de Ansio no es el río sino las aguas subterráneas y las mareas las que causan los problemas. Ya en los años noventa los vecinos de la campa de Landabeko y de avenida de Euskadi 21 y 23 denunciaban que las nuevas viviendas les dejaban sin escapatoria frente a las periódicas inundaciones.

Ecologistas en el humedal de Ibarreta donde ahora está Megapark

De hecho, el mapa de riesgos de URA señala toda la zona de Arteagabeitia Zuazo, feria de muestras incluida, como con riesgo de inundabilidad de 100 años de retorno. Para construir el área comercial de Megapark, el Ayuntamiento optó por rellenar la zona de humedal de Ibarreta Zuloko. Los informes técnicos del Ayuntamiento ya advertían en el año 2000 de que suponía un “incumplimiento” de las recomendaciones del Plan Especial de Prevención de Inundaciones, aunque se atrevían a anunciar que "no habrá ningún riesgo futuro para las personas ni para bienes muebles e inmuebles".

La agencia vasca del agua indica que Megapark que se inundará tarde o temprano. Al comienzo del siglo era una zona sin urbanizar y con posible interés ecológico. Hoy los daños serán para un espacio con viviendas —las bombas de achique funcionaron desde el primer día en las Torres de San Vicente—, con cientos de plazas de aparcamiento y pabellones comerciales.

La asociación Ekologistak Martxan recuerda además que el cambio climático, además de la subida del nivel del mar, traerá situaciones de sequías e inundaciones. "Lo que hay es no ocupar estas zonas de inundación y así lo dice el Plan Integral de Prevención de Inundaciones (PIPI)", advierte el colectivo.

Desde hace décadas, cuando llegan las lluvias intensas, el tráfico se interrumpe y el barrio de El Regato queda aislado unas horas debido al desbordamiento del río Castaños. El mapa de riesgos sitúa la zona de caros chalés de Gorostiza rodeada por una zona con riesgo de inundabilidad de 10 años, en los mismos niveles que parque de Tellaetxe e incluso una parte del polideportivo municipal, junto al que discurre el río encauzado, que, sin frenos naturales, baja a toda velocidad durante el temporal.

El grupo ecologista Eguzki advierte además de que esta zona de Gorostiza, aguas abajo de la presa, puede correr "serio peligro" debido que el embalse, cuando sube el nivel por las fuertes lluvias, abre compuertas. En la tragedia de Mallorca ha caído más de 200 litros de lluvia en dos horas.

La apertura del pantano no tendría efectos sólo en la zona más cercana de Gorostiza. Los mapas extienden el riesgo más probable de inundación a Bengolea y a Retuerto, hasta la entrada de Megapark. La urbanización de BBVA en Loizaga se sitúa en el antiguo meandro del río. El agua en la carretera N634 en Kareaga también era un clásico hasta que Max Center recreció la calzada. Así salvó el problema en el tramo del centro comercial y lo desplazó hacia los extremos.

Del lado del Cadagua, la situación también es complicada y los mapas de riesgo no dejan lugar a duda. "En la desembocadura del Cadagua se recomienda no sólo no construir sino ir eliminando instalaciones resistentes", indica Ekologistak Martxan, "pero está previsto el parque empresarial de Burtzeña y ahora el proyecto de viviendas de El Calero".

Hace exactamente 20 años, en la semana del 11 de octubre de 1998, varios días de lluvias incesantes obligaban a mantener en alerta a la Policía Municipal, Protección Civil, Acción Social y a las brigadas de acción inmediata.

El 9 de octubre se producía el corte al tráfico rodado de viales, se inundaban instalaciones escolares —el comedor y gimnasio del colegio público Zuazo—, se generaban balsas de agua —Lasesarre, Murrieta, Beurko Viejo, Zuloko, Lutxana, Reketa y la carretera de la ría— y un desprendimiento en la carretera de acceso al monte Argalario.

Gorostiza y El Regato quedaban aislados por carretera mientras los embalses aguas arriba se aliviaban de manera gradual. La N634 quedaba cerrada por completo, así como el Camino Zubileta. En la zona de Zubileta y Las Delicias las aguas desbordadas del río Cadagua alcanzaban las barandillas de las casas.

Lo ocurrido en 1998 no fue algo excepcional en 100 años. Cada año hay al menos un episodio. Hace 35 años, en agosto de 1983, se registraba la riada o las grandes inundaciones que afectaron a buena parte de Euskadi: fueron 500 litros por metro cuadrado en 24 horas en lo que entonces se llamaba 'gota fría'. Además de 1.200 millones de euros en pérdidas materiales, dejaron 34 personas muertas y cinco desaparecidas.