Artículo de la comunidad de La Paz (Cruces). Después de luchar como un jabato la enfermedad y su cansancio han podido con nuestras ganas de que siguiera con nosotros, igual en contra suya, pues está claro que él quería descansar de una vez. Por eso el pasado jueves día 18 prontito echó a volar y los que estábamos con él ni nos dimos cuenta. No subió al cielo, como suele decirse, subió mucho más alto. Martín se ha ido sin hacer ruido como ha sido toda su vida y se ha ido con la tranquilidad que da un trabajo bien hecho, al estilo del de Jesús.
Martín ha sido el cura de la Paz y el pastor de la Paz. Todo por la Paz.
Él ha sido visitador de enfermos, tanto de creyentes como de no creyentes, tanto de personas que se acercaban a la parroquia como de aquellas que les da yuyu la iglesia. Para él nunca ha habido distinciones. Nunca ha tenido por buenos a los que íbamos a la iglesia y por malos al resto. Él sabía que su modelo era Jesús, no los humanos, por mucho que sean papas, obispos o…
Él siempre tenía una palabra oportuna para cada uno. Todas distintas pero siempre oportunas y atinadas.
Martín ha sido un cura obrero dentro de un pueblo obrero y como tal se ha comportado siempre.
Llegó a Cruces con Mario (otro sacerdote) el 1 de septiembre de 1977, tuvo unos primeros años difíciles con los curas de la zona que se sentían invadidos en sus territorios, y ha aguantado casi 30 años con nosotros. ¡Gran mérito el suyo, aguantarnos tanto tiempo!
A su llegada formó equipos de confirmación, de jóvenes, de adultos, de estudio de la Biblia, de todo lo imaginable y algunos, hoy, casi 40 años después, aún perduran.
Él siempre vino con dos ideas muy claras: “enseñarnos quién es Jesús para nuestras vidas” y “hacer comunidad”.
Y a fuerza de decir la verdad, creemos que ha logrado ambas cosas pues ahora somos comunidad adulta que puede decir bien alto que gracias al cura que hemos tenido ya somos mayores de edad.
Otra cosa que nos repitió hasta la saciedad era que él iba a ser "el último cura de La Paz" y así ha sido. Desde que falta él, somos una parroquia más dentro de una unidad pastoral.
Nos ha dejado, pero su espíritu sigue con nosotros y perdurará por siempre. Ya que como dijo un cura sucesor suyo, otra buenísima persona: "yo seré el párroco de La Paz pero el cura de La Paz siempre será Martín”. A lo que le respondió un miembro del consejo: "ya nos gustaría a todos que la gente nos quisiera como le quiere a Martín".
Y así ha sido hasta el final, con sus achaques y todo, él ha sido nuestro cura y ahora descansa en paz, que bien se la ha ganado.
.