Crónica y fotos de Erlantz Sánchez y Koldo Llorente
Numerosas personas han acudido este 1 de noviembre, día de Todos los Santos, al cementerio de Barakaldo para recordar a sus seres queridos. Es un día triste para algunos y feliz para otros. Triste para quienes tienen reciente la pérdida de un familiar y feliz para quienes se pueden aprovechar económicamente de esta celebración cristiana.
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Colorido, mucho colorido era lo que se podía observar en la entrada del cementerio ya que se encontraba abarrotado de familiares con sus respectivos ramos de flores. Los puestos de venta abundaban en los aledaños y la gente que los compraba, aún más. También era apreciable la gran cantidad de vehículos estacionados y por aparcar en la zona, lo que ha requerido la presencia de la Policía Municipal de Barakaldo para controlar la situación.
Dentro de la necrópolis, el ambiente era parecido, grupos de familias charlando junto a los mausoleos era la primera escena que se podía apreciar nada más entrar al camposanto. El espacio entre las zonas de nichos era más agobiante puesto que los pasillos que se dividen en esta parte son bastante más estrechos que el resto de zonas, y la abundancia de personas así lo confirmaba.
Familias de todo tipo. La presencia gitana era notoria en todo el cementerio, especialmente por la decoración con la que cuentan sus tumbas y por la gran cantidad de miembros de cada familia que se han acercado. Igual de impactante era la presencia de una familia de origen asiático a quien parecía afectarle especialmente el sentido de este día.