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Opinión | De herencias y herederos

Concejales de PSE y PNV posan juntos en la gala del Barakaldo CF

por Juan Lamadrid 


"Lo curioso es que el PNV, el heredero, critique una herencia que él mismo ha contribuido a crear"

Menuda herencia la de los socialistas. Ya lo decía Rajoy y ahora el PNV de Barakaldo. No se puede gobernar a gusto con ella. Si fuese como cualquier otra, la que se encuentra un hijo al fallecer su padre o la que anuncia el abogado de un tío lejano y desconocido, se podría renunciar a ella, pero no es fácil rechazar el sillón del poder, aunque sean muchas las cargas y penalidades que lleve aparejadas. Y es que ya se sabe que quien deja herencia, deja pendencia.

Lo curioso es que el PNV, el heredero, critique una herencia que él mismo ha contribuido a crear. Lo que ahora es el Ayuntamiento de Barakaldo —y aquí dejo que cada cual ponga el adjetivo que considere— lo es gracias a los votos del PNV que facilitaron presupuestos, tasas y proyectos del PSE en el pasado mandato. En 2011 hubo presupuesto con el voto de calidad el alcalde Tontxu Rodríguez y la abstención de los tres ediles que entonces permanecían en el grupo municipal del PNV, entre ellos la actual alcaldesa.

El de 2012, con supresión y reducción de subvenciones incluidas y acusaciones de pacto secreto en instancias superiores, se aprobó con los votos favorables del PNV, y eso pese a que las tasas e impuestos de ese año salieron adelante con la ayuda de Ezker Batua (Izquierda Unida) y Bildu. En 2013 se prorrogaron las cuentas del año anterior, pero de nuevo PSE y PNV coincidieron en la votación para realizar las millonarias modificaciones presupuestarias propuestas por los socialistas.
Y en 2014, con Alfonso García en la alcaldía, los concejales del PNV, los mismos que ahora gobiernan y que reniegan de esa herencia, aprobaron el presupuesto a cambio de introducir en el documento de los socialistas 14 enmiendas que sumaban 600.000 euros en unas cuentas que ascendían a 107 millones.

Y en todos esos presupuestos aparecían consignadas las partidas para el pago de esos servicios que se prestan sin contrato y que han conformado esa “herencia” que lastra la acción de gobierno del PNV, que aprobó el presupuesto de 2016 con los votos del PSE. La herencia.