por María José Cantalapiedra
El Ayuntamiento vuelve a utilizar el dinero de todos los barakaldeses para promocionar la figura del alcalde en el
periódico municipal. Vergonzoso”. Esta era la denuncia que hacía un vecino y que
publicaba Barakaldo Digital el 4 de febrero, acompañada de la fotografía de una de las páginas del número de enero de dicho periódico, Barakaldo, editado por el
Ayuntamiento y de periodicidad mensual.
La prensa institucional es una de las herramientas tradicionales de la comunicación corporativa, cuya objetivo es, como recoge Wikipedia, “establecer relaciones de calidad entre la institución y los públicos a los que se dirige”. Desafortunadamente este tipo de prensa no se ha entendido en esos términos, sino que tradicionalmente su objetivo ha sido destacar los logros y ocultar los fracasos de la institución que la edita.
El titular de portada del número de enero –que es el que motiva la denuncia- de Barakaldo es “Orgullo Barakaldés”, con un subtítulo que recoge que “tres de cada cuatro vecinos y vecinas consideran que en la ciudad se vive bien o muy bien, según una encuesta”. Abren el periódico con esta información, en la que avalan la calidad de la encuesta sin dar más dato que el hecho de que han sido entrevistadas 1.001 personas por teléfono. No precisan quién ha hecho la encuesta, ni su margen de error, ni informan de su coste —17.000 euros más IVA—, ni justifican la motivación de la misma. Tampoco hacen mención, entre otros ejemplos, de que un 38 por ciento de los encuestados valora positivamente -bien o muy bien- la gestión que realiza el Ayuntamiento de Barakaldo. Un porcentaje que en su informe Ikerfel, la empresa que realiza el estudio, eleva a 84 a fuerza de sumar el 47% que valora dicha gestión regular (véase el informe, enlazado en la noticia sobre la encuesta que publica Barakaldo Digital el 20 de enero).
Por otro lado, la prensa institucional tenía su sentido en los tiempos pre-internet, cuando las instituciones sólo podían llegar a la ciudadanía a través de los medios de comunicación, de forma que no tenían un canal para que sus mensajes llegaran intactos, sino siempre mediados por los periodistas. En la actualidad los ayuntamientos disponen de una multiplicidad de canales para comunicarse con los ciudadanos sin la intervención de los medios, por lo que la necesidad de este tipo de publicaciones, independientemente de sus objetivos informativos o persuasivos, queda mermada.