Endika (26 años) es el único de su cuadrilla que, con 26 años, vive por su cuenta, se casó hace dos años y hasta tiene un niño de 16 meses. ¿Por qué no lanzarse a la vida adulta si, desde que tenía 16 años, nunca le había faltado trabajo? Por supuesto, en la construcción. Hasta que hace cuatro meses se quedó en la calle. «Al principio tuve que tomar Noctamil, porque no podía dormir, estaba muy nervioso». […] Viven con los 385 euros que les da Cáritas, lo justo «para comer y para los pañales. La madre, también de 26 años, está igual que Endika. Por eso están pendientes de las ayudas del Gobierno vasco y del ayuntamiento baracaldés. Y, mientras, mantienen su situación en secreto. Sólo las familias saben de sus penurias. «Bueno, mi abuela no. Se moriría».
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