Más de doscientos docentes que se fueron ante la exigencia de la lengua vasca llenan colegios e institutos de localidades próximas al País Vasco. Koldo, que tenía entonces 42 años y una hija pequeña, le vio las orejas al lobo. «Si ya son difíciles unas oposiciones, como para aprobar también el euskera... Es doble pendiente cuesta arriba». Se presentó a las oposiciones en Andalucía y consiguió plaza en Málaga. Desde entonces, cada dos años, cuando se convocan los concursos de traslados, pide ilusionado una plaza en Castro. Sin éxito hasta ahora. «Es la forma de volver a vivir en mi tierra, en Barakaldo, aunque dentro de poco mis hijas estarán ya integradas aquí y no podré regresar», comenta con pena.
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