Eder Álvarez Rivera | concejal de Irabazi Barakaldo
Barakaldo, 27 ene 2019. Que Barakaldo es lo que es gracias a las miles de personas que llegaron en varias oleadas en busca de empleo durante el siglo XX no es ningún secreto. Nuestros gurasos, amamas y aitites llegaron con su ligera maleta a un pueblo que desconocían, con la única pretensión de tener una vida digna. Y sus esfuerzos les costó.
Recuerdo las batallitas de mi abuelo, cuando con total tranquilidad te explicaba que tenía que trabajar en la construcción durante sus vacaciones en la fundición para poder sacar adelante a sus cuatro hijos, y como mi amama se encargaba de las invisibles e interminables labores de cuidado y domésticas, en un Barakaldo plomizo, donde conseguir agua potable suponía desplazarse hasta la fuente de San Vicente armada de baldes y cubos.
Aquellas personas que llegaron a Barakaldo, en busca de una vida digna, lo hacían también huyendo de unas condiciones materiales de miseria y racionamiento. Hoy en día, y desde hace unos años, la historia se está repitiendo, sólo que no son gallegos, zamoranas, asturianas, andaluces o palentinas. Hoy llegan a Barakaldo de más lejos. Del norte de África, de Asia o de Latinoamérica. Y lo hacen por distintos motivos, pero con un denominador común, en busca de unas condiciones de vida mejores.
Sin embargo, en los últimos meses vemos como los discursos del odio son azuzados desde la derecha y las élites económicas para que la población mire con recelo a la mayoría de migrantes. Digo mayoría, porque en realidad lo que se azuza es el odio hacia las personas migrantes pobres, queriendo ponerles como cabeza de turco de una situación de crisis y devaluación de las condiciones de vida materiales generales que, en realidad, han sido provocadas por estas mismas élites, con el único objetivo de concentrar la riqueza en menos manos.
La “crisis” financiera ha conseguido que la riqueza se concentre (aún más) en menos manos, como denuncia Oxfam Intermon en su informe “¿Realidad o ficción? La recuperación económica, en manos de una minoría?”. De esta manera, el el 10% más rico de la población española concentra más de la mitad de la riqueza total (el 53,8%), es decir, más que el otro 90% restante.
¿Y qué ocurre aquí mismo? El pasado año, la diputación de Bizkaia destapó 477 millones de euros en fraude fiscal, tres cuartas partes de los mismos en el impuesto de sociedades e IVA, sólo en Bizkaia insisto. Por otro lado, la inversión en RGI para toda la CAPV es de 491 millones, que abarca a unas 60.000 familias vascas, y cuyo fraude según datos del Gobierno Vasco apenas alcanza el 0,73%.
Y ahora viene la pregunta del millón, ¿cuántos titulares de prensa hay sobre fraude en la RGI y cuantos sobre el impuesto de sociedades? Pues sí, han leído bien, sólo con el fraude fiscal destapado en Bizkaia, se podría prácticamente sostener todo el sistema de renta de garantía para toda la comunidad, pero como decía, lo que interesa azuzar es el discurso del odio y la guerra entre pobres.
Esta misma semana, un inmigrante era condenado a 23 meses de cárcel y una multa de 19 millones de euros por evasión de impuestos. En la otra cara de la moneda, un trabajador inmigrante de 27 años moría tras pasarse toda su jornada laboral sulfatando en un invernadero de Níjar, por lo visto sin ningún tipo de medida de seguridad[1].
Uno se llama Cristiano y le pedían autógrafos a la salida, y el otro se llamaba Mohammed estaba casado e iba a ser padre. La fina línea que separa la admiración de, en el mejor de los casos, la indiferencia es la fomentada por las élites. Cristiano Ronaldo es el sueño dorado de cualquier crío, mientras Mohammed era un inmigrante más de los que viene “a robarnos el trabajo y a cobrar las ayudas”.
Éste es un espacio cedido por 'Barakaldo Digital' gratuitamente y en igualdad de condiciones a todas las fuerzas políticas con representación en el Ayuntamiento de Barakaldo ante la celebración, el 26 de mayo de 2019, de las elecciones municipales