Marisa Escobar escribe: "Con el cierre de La Milagrosa hoy todos hemos perdido y hemos ganado. Hemos perdido en educación, en valores, en trabajo bien hecho, en profesionalidad, en empatía y en calor humano. Hemos ganado en ruindad, en falsedad, en desencanto, en crueldad y en numero de parados, naturalmente. Cuando la comunidad de La Milagrosa comenzó su lucha no lo hizo para salvaguardar la continuidad de un colegio de elite, lo hizo para salvar un modelo de enseñanza que ha sido alabado una y mil veces por los estamentos de educación y por las familias que confiamos en él para la educación de nuestros hijos.
Nunca fue un colegio con grandes instalaciones ni rico ni con material educativo de ultima generación, pero nos sobraba ilusión, tesón, el gusto por el trabajo bien hecho y brazos para apoyarnos y llevar a nuestros niños a buen puerto.
Hacía ya mucho que la religión no era lo MÁS importante en el colegio, lo más importante eran nuestros niños, sacar de todos y cada uno de ellos lo mejor, enseñarles que convivir con lo diferente enriquece y nos hace mejores, que la integración es el único camino, que ningún niño se ha de quedar atrás y que el trabajo, el apoyo y la imaginación suplen las carencias. Y el amor. Sobre todo el amor. El amor por el trabajo bien hecho, la vocación del MAESTRO, esa palabra con mayúsculas que se está perdiendo. Y el amor por nuestros niños.
El amplio conocimiento que todo el personal de La Milagrosa tiene de cada uno de nuestros niños. Esa cercanía que hacia del colegio su segunda casa y de sus moradores casi una familia. Esa era la razón de nuestra lucha. Que nuestros niños eran nombres y rostros y no números en las listas de educación. Y el modo de enseñar, basándose en la integración y el esfuerzo constante de todos que hacía de niños "imposibles'' verdaderos milagros
Por todo ello quiero dar las gracias a La Milagrosa
A la dirección y a los maestros, al personal de administración, al de comedor, al de mantenimiento. A todos los que forman esa familia educativa que no olvidaremos. Fue un honor luchar junto a vosotros, pitar cada día, cenar, dormir y desayunar encerrada con vosotros en ese colegio, caminar cada manifestación a vuestro lado, bajar a cada pleno, compartir autobuses para protestar frente a Gobierno Vasco en Bilbao y Vitoria, romper dos bocinas y enroñecer un silbato y medio. Creo que no me he perdido nada, que lo he luchado todo a vuestro lado, al lado de mi marido y mi hija y de los otros aitas de la Milagrosa. No OS olvidaremos nunca. Por todo, mil gracias.
Espero que la Fundación Miranda que comenzó este calvario subiendo un 150% el alquiler de ese edificio donde no suenan ya risas infantiles destine ese edificio a lo que el señor Miranda soñó un día. Y que los barakaldeses no tengan que pagar hasta por cambiar sus persianas.
A Gobierno Vasco, que como humo y más que tarde destinó Minas a la Milagrosa, preguntarle dónde mandará esos casos "imposibles" que el berritzegune enviaba al colegio y para los que la Milagrosa siempre tuvo las puerta abiertas y qué va a hacer con la cincuentena de niños sin colegio a día de hoy.
Y a las monjas agradecerles haber acabado con mi fe en la Iglesia, que no en Dios, que creó que esta muy por encima de todo esto y comentarles que la confesión por mirar a otro lado y el arrepentimiento mal entendido no lo perdona todo. Él os pedirá cuentas.
Y yo me niego a no seguir gritando: LA MILAGROSA EZ ITXI!"
Marisa Escobar
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