Las aulas de segundo y tercer curso de Primaria del colegio público Juan Ramón Jiménez, en Cruces, están tranquilas. Es un lunes después de comer, en ese momento de las tres de la tarde que invita a cualquier cosa menos a la concentración, pero los 40 niños están centrados y ni siquiera una cámara de fotos que dispara aquí y allá rompe el ambiente de trabajo. 'Mateaventura' es el nombre del programa que se desarrolla a esta hora en la clase. Una veintena de adolescentes, de segundo y tercero de Secundaria del instituto de Cruces, se ha sentado en las pequeñas sillas junto a sus hermanos, primos y vecinos pequeños para aprender juntos, y en euskera, el casi siempre hueso duro de las matemáticas. La tranquilidad de los profesores, algunos un poco sorprendidos por tanta calma; y la atención de los estudiantes mayores y pequeños ponen de manifiesto que la experiencia de juntar a escolares para que se ayuden unos a otros a aprender funciona.
Con la colaboración del servicio de apoyo al profesorado —'berritzegune'—, el trabajo conjunto entre el instituto y el colegio se puso en marcha el curso pasado. Desde el centro de Secundaria se había detectado que había problemas tanto con el euskera como con la motivación de los adolescentes. La iniciativa en Juan ramón Jiménez les ayuda en estos aspectos, así como a tener confianza en sí mismos y a que asuman responsabilidades.
La fórmula es lo que llaman "aprendizaje colaborativo" entre iguales. Los estudiantes mayores trabajan con los más pequeños para acercarse a una materia que normalmente se considera "árida" y difícil: las matemáticas. Lo hacen con juegos y una dinámica en grupo en el que hay dos adolescentes por cada cuatro niños. Durante 90 minutos, los estudiantes de Secundaria y de Primaria realizan actividades como sudokus, cálculo mental, rompecambezas 'tangram' o descifrado de códigos. En las mesas se ve cómo los pequeños observan con respeto y como un modelo a los mayores mientras estos ofrecen ayuda individual.
El programa 'Mateaventura' cuenta en esta ocasión con tres sesiones. En diciembre se realizó la primera, en marzo la segunda y el curso se cerrará con una yincana por todo el colegio. La valoración ya se adelanta como "muy buena" tanto para el profesorado como para los estudiantes. En el caso de los adolescentes, participar en la actividad es "un premio". Si tienen mal comportamiento en el instituto, quedan fuera del proyecto. Los demás se preparan para el encuentro con los de Primaria y lo hacen tanto en la asignatura de Matemáticas como durante los recreos. El centro de Secundaria amplía así sus propuestas para motivar a los chavales, que también desarrollan otras acciones, como cuentacuentos.
En el colegio Juan Ramón Jiménez también hay satisfacción. Los niños cuentan con una atención individualizada es imposible en otros momentos y la reciben además para aprender de manera divertida una materia como las matemáticas.
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