'El infierno vasco' provoca escalofríos en sus pequeños detalles, en comentarios cazados al vuelo y retazos de cotidianidad. Agustín Ibarrola acaricia sus maltratados pinos de Oma. Musita que, al pasear por el bosque, hace el esfuerzo de no escuchar los pasos de sus escoltas. El juez José Luis Morales recuerda que había quedado a comer con Fernando Buesa el mismo día en que ETA le asesinó. El magistrado habla desde Teruel. Se marchó de San Sebastián cuando, entre otras infamias, una asociación de padres le rogó que no aparcara su coche frente al colegio. El tercer largometraje documental de Iñaki Arteta (Bilbao, 1959) prosigue la solitaria cruzada de denunciar el calvario de las víctimas de la violencia terrorista. Sigue leyendo