Nuestro Sistema de Pensiones de la Seguridad Social al que preparan una mortaja por su presunta insostenibilidad, se caracteriza por ser: público, obligatorio, solidario (modelo de reparto), con equidad, igualdad, universal, contributivo y no contributivo o asistencial. Este último se financia vía impuestos y las prestaciones se asignan por existir situación de necesidades o carencias imperiosas y se hace con independencia del historial de cotizaciones a la Seguridad Social. Son las llamadas no contributivas y o complementos a mínimos.
Es un sistema profesional porque las cantidades a ingresar en la Seguridad Social las determina la cotización, basada en los salarios.
Este modelo es de Reparto porque las cotizaciones se distribuyen entre los destinatarios inactivos dentro del mismo ejercicio.
Existen dos clases de cotización: la que cubre las contingencias comunes (jubilación, incapacidad, viudedad, orfandad, invalidez y a favor de familiares) y la que recoge a las contingencias profesionales (desempleo, formación profesional, accidentes laborales, FOGASA, etc… Aquí no existe el riesgo individual porque se colectiviza. La prestación está predeterminada y normativizada y se denomina prestación definida. Esto quiere decir que no se cotiza para tu propia pensión sino que generas el derecho a una, al menos como la que has financiado. Así, se sostiene tanto el modelo de Reparto como la Justicia Social y el Bien Común.
La previsión social complementaria (PSC) se transfirió como competencia estatutaria a Euskadi en 1982 y al año siguiente se aprobó la ley de entidades de previsión social voluntaria (EPSV) lo que facilitó un salto cualitativo en el desarrollo del modelo de capitalización como modelo privatizador Vasco. Este impulso se mantiene en el tiempo con las adaptaciones normativas correspondientes.
Este modelo es individual, de acumulación, de aportación definida en su mayoría. Quiere decir que lo que aporta el trabajador/a es fijo, pero lo que recibe es variable, es decir su prestación sería lo ahorrado más los intereses generados o no, ya que no le garantiza una determinada prestación. Esto hace que estén expuestos a riesgos colectivos e individuales (malas inversiones, gestiones inapropiadas de la cartera, etc...) La rentabilidad de estos fondos de pensiones las producen trabajadores/as con bajos salarios (externalizaciones, subcontratas, etc…)
En este modelo, la aportación del empleador público o privado va al Fondo y no computa en la base de cotización del trabajador, que va a la Seguridad Social.
Este modelo es segregador y regresivo ya que condena al ostracismo social a gran parte de la ciudadanía vasca sin capacidad de ahorro finalista y que sin embargo se ven obligados a subvencionar fiscalmente a quienes disponen de buenas condiciones y se les ofrece una hiperprotección adicional y diferenciada.
Las aportaciones del empleador se deducen del Impuesto de Sociedades y las del trabajador las reduce de la base imponible del IRPF.
En definitiva la ciudadanía paga la factura de ese privilegio vía menor recaudación y por extensión menos prestaciones públicas.
Cuando oigan “hay que poner la vida en el centro”, recuerden que se refiere a la vida y bienestar de esos sectores de rentas medias altas que constituyen por si mismos un ecosistema a cuidar.
Tambien hemos recordado hoy nuestra reivindicación prioritaria: Pensión Mínima = Salario Mínimo Interprofesional (1134€)
Nos vemos de nuevo en la Explanada del BEC mañana miércoles 23 de octubre de 2024 a las 12.00.