Los hechos se produjeron hace un año, el 5 de abril de 2022, cuando el individuo circulaba a las 16.12 horas por la calle Araba, junto al centro educativo público. La alta velocidad del turismo motivó que un vecino recriminara el comportamiento, produciéndose un conato de enfrentamiento, y alertara entonces a la guardia urbana, que localizó al supuesto autor del delito contra la seguridad vial.
El ahora sentenciado ha intentado evitar la condena alegando que no hay prueba de que fuera él quien conducía, si bien es el propietario del coche. De hecho, los agentes, al hallar el vehículo, que además estaba mal aparcado, encontraron a una mujer en su interior. Fue la amiga del acusado quien lo llamó por teléfono cuando los policías le preguntaron por el varón que estaba al volante previamente.
Al llegar avisado por su amiga, los guardias urbanos señalaron que, en el hombre, "apreciaron sintomatología de estar influenciado por la ingesta alcohólica". El individuo, pese a ser informado de las consecuencias legales, se negó a realizar la prueba de alcoholemia porque decía que no era el conductor, pero el vecino que recriminó la forma de conducir reconoció al ahora condenado como quien estaba al volante.
En la vista, el propio individuo, con antecedentes penales, reconoció que en el momento de los hechos tenía retirado su carnet de conducir, negó haber bebido a pesar de que los agentes apreciaron que podía estar borracho y sostuvo que en el coche él era el copiloto y su amiga era quien estaba al volante para llevarlo a una cita médica.