por Silvia Bolaños
Apenas un año después de publicar su primer libro —'
¡Te voy a comer, caramelito!'—, Mertxe López Serrada (Sestao, 1970), vecina de Llano desde hace más de una década, presenta su segunda novela ‘¿Lo has entendido o me lo tatúo?’, una historia de amor ambientada en el ficticio colegio Los Abedules, que se puede situar en Madrid. India y Axel son los protagonistas de una trama en la que juegan un papel importante la enfermedad y un delito sexual del pasado sin resolver.
Aficionada a la escritura desde la infancia, casada y madre de un niño de 10 años, ha escrito la novela al tiempo que luchaba por mantener su puesto de administrativa en la empresa en la que trabajaba desde hacía 23 años. La compañía cerró, pero el libro consiguió ver la luz a finales de diciembre. Por ello, esta obra se ha convertido para ella en una “válvula de escape”.
Tras una mala experiencia con la editorial que se ofreció a imprimir y distribuir su primer libro, ha decidido encargarse personalmente de la edición, distribución y difusión de esta novela. Por el momento, han salido 150 ejemplares, que se pueden encontrar en la librería Copymás de Cruces y en el bar ‘Punto de encuentro’ (Bilbao) a un precio de 19 euros; además de en
Amazon —en papel y descarga digital—.
Consciente del valor del “boca a boca” para hacerse hueco en el mundo de las letras, la escritora espera poder recorrer las principales ferias literarias de la comarca con su sugerente novela de 679 páginas, cuya portada ha sido diseñada por su sobrina Bihotza.
Pregunta. ¿Cómo define su segundo libro?
Respuesta. ‘¿Lo has entendido o me lo tatúo?’ es una novela romántica. Tiene tintes eróticos, pero es mucho más suave y menos seria que mi primer libro. La trama se desarrolla en un colegio, que podríamos situar en Madrid, y se basa en una pareja de profesores —India y Axel— con una diferencia de edad muy grande. Ella es 15 años mayor que él. No es la típica pareja. Aquí, aunque él es mucho más joven, tiene las ideas muy claras, sabe lo que quiere, y ella está desilusionada y centrada en sus alumnos. Es una historia diferente.
P. ¿De dónde ha sacado la inspiración para esa historia?
R. El salto de edad de los protagonistas no está inspirado en nadie conocido. Surgió así cuando comencé a escribir. Solamente sabía que quería ambientar la trama en un colegio. Quizá porque este año he estado mucho más cerca del de mi hijo, cosa que antes no he podido hacer por trabajo.
P. ¿Qué papel juegan los personajes secundarios?
R. Al igual que en mi primera novela, van ganando protagonismo. Para mí Clara, que es la amiga de India, es la otra gran protagonista de la historia.
P. ¿Cómo ha sido la labor de investigación para ambientar la trama?
R. Es lenta. Cuando no conoces el sitio estás perdido. Yo no conozco Ciudad Real, donde se desarrolla parte de la historia, ni la sierra de Peñalara (Madrid). He leído comentarios de la gente y he buscado fotos en Internet. Tienes que ir investigando y descubriendo. A veces pasas días sin escribir, sólo recopilando información. También he investigado sobre la enfermedad de los huesos de cristal, que padece la madre del protagonista.
P. ¿Por qué ese título tan llamativo?
R. Es una frase del libro. Los títulos de mis obras siempre son frases de los personajes, algo que llama la atención. Hay que leerlo para ver a qué se refiere.
P. ¿Cuánto tiempo le ha llevado crear esta novela?
R. Comencé en febrero y acabé en noviembre.
P. ¿Qué ha supuesto escribir este nuevo libro?
R. Para mí ha sido como un refugio, una válvula de escape. Después de 23 años trabajando en la misma empresa, cerró. Ha sido un año muy complicado y me venía muy bien escribir. Cuando llegaba a casa con la angustia de los problemas laborales, me refugiaba escribiendo. Paradójicamente, la historia es muy divertida. Yo estaba pasándolo mal y este libro era una realidad paralela. Buscaba paz y me gustaba que los personajes se llevaran tan bien.
P. 2017 ha sido un año de cambio en su vida.
R. Sí, y eso se refleja en la novela. La línea es la misma que en ‘¡Te voy a comer, caramelito!’, pero ha cambiado la forma de escribir. Como lectora, creo que este libro es mucho más llevadero, tiene otro lenguaje. Al final, cuanto más escribes, más aprendes, más maduras.
P. ¿Cómo es hacerse un hueco en la industria literaria desde cero?
R. La industria literaria es muy complicada para los autores noveles. Cada vez la gente se descarga más libros y se compra menos papel. En mi casa siempre he estado rodeada de libros, mi padre es socio del Círculo de Lectores desde joven, pero ahora queda poca gente como él.
P. ¿De ahí le viene la afición por la escritura?
R. Yo soy de letras. Siempre me ha gustado escribir. Es una necesidad. Pero cuando mi hijo era pequeño era imposible. Lo retomé hace dos años y medio y desde entonces no he parado. Es un vicio, llegas a casa y te lo pide el cuerpo, es como una adicción.
P. ¿Cuáles son sus próximos proyectos?
R. Por ahora me voy a centrar en dar a conocer esta novela. Quiero recorrer las ferias literarias de Barakaldo, Bilbao o Durango. Y después intentar salir —fuera de aquí—, aunque es una ilusión a largo plazo. Mi siguiente meta será escribir la segunda parte de ‘¡Te voy a comer, caramelito!’, porque una de las tres historias de los protagonistas quedó en el aire. Pero aún no he empezado.
P. Tras publicar dos novelas, ¿piensa dedicarse profesionalmente a la literatura?
R. Para mí es una afición. Me encantaría, pero me da miedo que se convierta en una obligación. Escribo porque me gusta, no sé si sería capaz de escribir porque alguien me lo está exigiendo. Ahora nadie me presiona, lo hago cuando quiero y tengo total libertad.
P. ¿Se plantea ambientar alguna de sus historias en Barakaldo?
R. Sí, claro. ¿Por qué no? Eso sí, siempre ficción. No me gusta escribir basándome en hechos reales, prácticamente todo lo que escribo es ficción.