"Es el comienzo del fin", señala el portero en referencia a que la sesión está a punto de terminar. Son ya muchos los que salen del local hacia Zaballa y hacia el metro. Pero dentro quedan aún cientos de veteranos bailando. Suena 'Black is black'. Los Bravos lanzó la canción cuando aún quedaban seis años para que, en 1973, abriera sus puertas la misma sala de fiestas que, 44 años después, este 30 de junio, las cierra para siempre. La discoteca Anaconda tiene la pista llena. El propietario, José Luis Vázquez, observa la escena desde la barra de bar lateral, nada mas bajar las escaleras a la derecha. Hace tiempo que no estaba tan llena la sesión del viernes, para veteranos que bailan los ritmos sesenteros y setenteros. Quizá si el local hubiera estado tan transitado en los últimos años no habría llegado este momento de echar la persiana. La próxima vez que muchos de los clientes regresen, es posible que salgan con una bolsa cargada de alimentos y que por la megafonía suene alguna música ambiente que incite a los presentes a llenar su carro de supermercado.
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Maricarmen y Maribel, recién jubilada y viuda, esperan a que afloje la lluvia para marcharse. Cada viernes y cada domingo acudían, hasta ahora, para bailar. Lo hacen desde que, hace ahora un lustro, cerrara sus puertas el Garden de Deusto. Dicen que Anaconda les gusta más porque es "más moderno".
En su juventud, no era uno de sus locales habituales, aunque por edad les correspondiera, pero una de ellas sí recuerda haber acudido por un concierto de Nino Bravo. En realidad, es probable que le memoria le juegue una mala pasada. Nino Bravo sí pasó por el Garden pero Anaconda abrió sus puertas el 13 de abril de 1973, sólo tres días antes de que el famoso cantante valenciano se matara en accidente de tráfico en la Nacional III, camino de Madrid.
Para las dos amigas, ha sido estos años un lugar donde pasarlo "muy bien". Sonríen cuando se les pregunta si "ligues incluidos". En realidad, confiesan, ya tienen un "amigo" con el que se encontraban en la discoteca. Sigue la lluvia. Dentro de la sala de fiestas, la urna con la anaconda es una especie de altar por el que pasan las parejas para hacerse fotos.
Tras el cierre de Anaconda, se quedan sin destino. "Nos han hablado de un sitio en Astrabudúa". Ellas acudían hasta Barakaldo desde la Margen Derecha. "Que sepamos, para nuestra edad no había otro sitio como el Anaconda", explican, aunque están pendientes de si reabrirá la Sala Aránzazu, en Bilbao.
En la discoteca de Barakaldo, por la entrada había que pagar ocho euros y en el ropero dejar cada prenda costaba 50 céntimos. En la pista, las mesas y sillones están llenos de abrigos. Maricarmen y Maribel, que reconocen que no pagaban el acceso, dicen que les da "mucha pena" el cierre de la sala de fiestas y que les ha sorprendido. "Ha sido en muy poco tiempo".
Por una calle Juan de Garay sin ambiente pese a ser viernes noche, sube hacia el metro un animado cliente de Anaconda. Tiene 78 años y es de Portugalete. Su mujer no acude a la sala de fiestas. Él se conoce a todos en el local. ¿Se queda sin discoteca? "Yo bailo en todas partes", señala despreocupado. Lleve en Barakaldo.