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"Éramos una familia normal. Vivíamos lo felices y contentos que podía vivir una familia de la época. Nunca habíamos sido amenazados y mi padre nunca llevaba escolta". Iñaki García Arrizabalaga tenía 18 años y estudiaba segundo de Económicas. Era el cuarto de siete hermanos. Acostumbraba, ha explicado, a acudir a clase en bicicleta. "Llovía muchísimo" ese 23 de octubre. A primera hora tenía clase de Derecho Laboral. "¿Te llevo en coche a la universidad?", le dijo su padre. "No, aita, la bici para los días de buen tiempo y de mal tiempo". Esas fueron las últimas palabras que cruzaron padre e hijo.
El ahora profesor universitario ha explicado a los estudiantes de Salesianos que a partir de ese momento pasó días en que no sabe cómo hacía las cosas. Cuando la familia, pasado el funeral, se quedó sola, la madre planteó la posibilidad de marcharse de Euskadi y los hijos decidieron quedarse, que no había motivos para avergonzarse y que sus relaciones estaban ahí.
"Fue terriblemente duro sobrevivir, hasta pasamos problemas económicos" |
"En verano, tras el curso, empecé a pensar. Han asesinado a mi padre. Esto no puede quedar así. Empecé a entrar en una espiral que al principio celebraba la muerte los miembros de ETA. Es una espiral en la que entrar sin darte cuenta. Arancaba carteles. Empezó a contaminar mis relaciones sociales. Al conocer a alguien, lo primero que preguntaba era qué opinaba y si pensaba de una manera, ya no existía. Me alegraba del daño ajeno. No eres consciente del odio. El que no estaba absolutamente conmigo estaba contra mí. Así estuve unos años cada vez en una espiral más profunda".
La decisión de su madre de enviarle a Londres para participar en el programa de intercambio universitario Erasmus, en 1985, le permitió recuperar su vida. "Esta gente no sólo ha asesinado a mi padre sino que me está arruinando mi vida. No les voy a conceder esta victoria. Asesinaron a mi padre pero no me van a destrozar la vida", ha recordado.
Así, al regresar a Donostia-San Sebastián se incorporó a lo se convertiría en la Coodinadora Gesto por la Paz de Euskadi Herria, "a trabajar por la reconciliación". En 1991 se celebraba en el Ayuntamiento una mesa redonda con víctimas así como familiares de miembros de ETA."Hicimos un llamamiento conjunto por la reconciliación de la sociedad vasca. Desde hace 25 años hay gente que trabaja por la reconciliación de la sociedad vasca".
García Arrizabalaga fue además la primera víctima que se encontró con un integrante de ETA arrepentido. En una pequeña sala, frente a frente, en Vitoria-Gasteiz, impulsado por la directora de Atención a las Víctimas del Terrorismo, Maixabel Lasa, viuda del asesinado dirigente socialista y gobernador civil de Gipuzkoa Juan María Jáuregi. "Fue una de la cosas que más me ha impacto en la vida porque por primera vez tenía la oportunidad, sin intermediarios, de preguntar el porqué. él explicó con todo lujo de detalles. Al final me pidió perdón y me impactó profundísimamente. 31 años después del asesinato de mi padre. Por supuesto que acepté el perdón porque era una autocrítica sincera". Todavía se encuentran, cada dos meses, para saber cómo está. "Esa es una gran victoria, recuperar para la vida en sociedad a una persona".
"Tengo que aprender a vivir con esto, pero no me pidan borrón y cuenta nueva. No nos pidan olvidar" |
Asegura que no siente rencor y alerta contra el odio. "Las víctimas de ETA somos conscientes de que somos una arista de lo que pasó. Todos hemos vivido en la misma tierra pero con demasiada frecuencia hemos llorado a nuestros propios muertos sin ver que muy cerca había también sufrimiento y otras formas de violencia. Si perdemos la capacidad de empatía con el sufrimiento ajeno, ¿a dónde vamos a llegar?".
"Tengo derecho a la verdad, la justicia y la memoria, como víctima, pero no tengo un plus de legitimidad para dictar cómo ser la política penitenciaria o antiterrorista. Yo reclamo que haya un juicio justo. Que el asesino sea detenido y sometido a un juicio justo. Después podrá acogerse a las medidas que le correspondan. Es elemental que la familia quiera saber qué pasó con su familiar. Es un derecho. Queremos saber qué paso con nuestros familiares. El derecho a la justicia es elemental, porque lo contrario es impunidad. Y queremos derecho a la memoria, queremos que siga viva la memoria de mi padre. En eso estamos empeñados en este momento, en no olvidar. No puedo olvidar todo lo pasado ni la memoria de mi padre. Tengo que aprender a convivir con eso, pero no me pidan borrón y cuenta nueva. Estoy dispuesto a perdonar si veo reconocimiento del daño. No nos pidan olvidar. Es cerrar las heridas en falso".