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Thierry Ginestous | novelista autor de 'Los niños de Baracaldo'
"La grabación del testimonio de mi tía tuvo la presencia invisible de toda la familia muerta"

El autor y su tía Nati Escalona, que inspiró la novela.

Mariela Estévez Campos | Fotos cortesía de Thierry Ginestous

La Guerra Civil separó a la familia Escalona Ibáñez, de Lutxana-Barakaldo, para, en algunos casos, no volver a encontrarse nunca más. Ángel será evacuado con otros niños en un vapor de la Cruz Roja en mayo de 1937; Matilde vivirá en Madrid hasta su muerte prematura en 1951; Jesús, capturado por los italianos, tendrá que unirse con 17 años a los franquistas para evitar el pelotón de fusilamiento y será el único que permanecerá en Barakaldo hasta su muerte; Lucía y Nati morirán en el exilio francés en 1967 y 2012, respectivamente. Aquel drama, repetido en cientos de miles de familias, inspira ‘Les enfants de Baracaldo’ ('Los niños de Baracaldo'), la primera novela del doctor y profesor de Historia en Francia Thierry Ginestous (1961), hijo de Lucía Escalona Ibáñez. Huérfano de madre desde los seis años, Ginestous grabó el relato de su tía Nati que, combinado con algunos elementos de ficción, se puede encontrar ahora en esta obra, centrada en la historia de un amor improbable entre la hija de un obrero rojo, Matilde Escalona Ibáñez, y un joven carlista de buena familia.

'Les enfants de Baracaldo’, de momento sólo disponible en francés, es el tercer libro de su autor, que ha publicado también su tesis doctoral, ‘La soledad en el pueblo’, y dos tomos de filosofía, ‘Genealogía de la soledad en Occidente’.

Pregunta. ¿Por qué escribió ‘Les enfants de Baracaldo’?
Respuesta. Por razones afectivas. En el verano del año 2000 decidí grabar la narración de la vida de mi tía Natividad Escalona Ibáñez. En concreto del período transcurrido desde su infancia hasta su llegada a Francia. Hasta entonces me había contado fragmentos desordenados en nuestras conversaciones ordinarias. Pero ya había cumplido 85 años y urgía recoger lo más escrupulosamente posible una voz que, un día u otro, desaparecería fatalmente. Y con ella la memoria de toda la familia, porque Nati era la última superviviente de su generación.

P. ¿Qué opinó ella de su propuesta?
R. Se entregó al ejercicio con mucho entusiasmo y demostró una gran maestría para la narración. Estimulada por mis preguntas, reconstruyó con mucha precisión un pasado a la vez feliz y doloroso. No me contaba su historia, la revivía, la exhumaba, especialmente ciertos pasajes relativos a su relación con su hermana, como por ejemplo la escena de la despedida en la cocina del apartamento de Pueblo Nuevo, porque fue la última vez en que la vio.

P. ¿Qué supuso para usted la experiencia?
R. Para poder entender bien la carga afectiva de esos momentos de complicidad hay que saber que Nati fue más que una tía para mí. Ella ocupó el lugar de mi madre a la que perdí a los seis años. Por otra parte, nuestras conversaciones del verano de 2000 estuvieron acompañadas por la presencia invisible de todos nuestros familiares muertos.

P. ¿Por qué el título?
R. ‘Los niños de Barakaldo’ se impuso como una evidencia desde antes de escribir la primera línea del texto. El tema de la infancia constituye el punto de convergencia de la novela por cuanto se asocia a todos sus protagonistas. El niño Escalona, Natie y Matilde, pero también Valerio y Jaime, cuyos compromisos respectivos surgen de las fuentes mágicas de la infancia. La escena de Lucía y de las libélulas puede ser considerada como una alegoría de la inocencia pura, como una muestra de ese momento original y perdido tan pronto como se ha vivido. Ese paso tiene mucha importancia para mí ya que se trata de una vivencia de mi propia infancia a través de la de mi madre que desapareció cuando yo tenía la misma edad que ella en la novela y de la que apenas guardo recuerdos.

P. ¿Y el subtítulo?
R. En el tema de la infancia podemos ver sobre otro plano el de la vulnerabilidad de los hombres frente a la Historia, con mayúscula. El subtítulo ‘España, 1937’ fue una sugerencia del editor para que el lector pudiera situar inmediatamente la intriga. Así, el robo de la libélula mientras la legión Cóndor bombardea Gernika, preludio a la gran conflagración que va a llevarse Europa algunos años después, es la metáfora de la fragilidad y de la libertad que caracteriza el empeño humano.

P. ¿Es pues una novela histórica?
R. Es una historia de amor durante la guerra de España y no de una historia novelada de esa guerra. La novela histórica funciona habitualmente mezclando realidad y ficción en una trama única, hasta confundirlas. En mi obra intenté separar en lo posible ambas cosas.

P. ¿Cómo se documentó para escribir su historia?
R. Ya conocía bien la historia de la guerra española. Para escribir la novela profundicé sobre lo acontecido en el País Vasco y sobre las guerras carlistas con la ayuda de una buena bibliografía. Así que, aunque mi libro no tiene pretensiones desde el punto de vista científico y no revela nada nuevo, creo que no contiene errores históricos ni geográficos.

P. ¿Y sobre Barakaldo?
R. En cuanto a la anteiglesia, debo citar la obra de Txomin Ansola González, ‘Del taller a la fábrica de sueños. El cine en una ciudad industrial: Barakaldo (1904-1937)’, que me resultó particularmente útil. Las películas que cito en la novela fueron proyectadas en Barakaldo o en Bilbao en las fechas citadas. Es lo que ocurre, por supuesto, con ‘Ana Karenina’ que tiene un papel importante en la intriga.

P. ¿Cuánto hay de realidad y cuánto de ficción en su novela?
R. La estructura de la novela permite distinguir claramente ambas cosas. Lo real corresponde al testimonio de Nati al cual he sido totalmente fiel, teniendo en cuenta que se trata de una realidad modificada por los filtros de su memoria. La historia de Jaime es totalmente imaginaria. Sobre Valerio, sabía solamente por Nati que era carlista navarro, que se había casado con Matilde (confirmado por la partida de matrimonio del 11 de febrero de 1937), que había estudiado en Barcelona, había sido profesor de matemáticas en la universidad de Deusto y había muerto sobre el puente de Balaguer, por lo cual, su personajes es medio real medio ficticio.

P. ¿Qué papel juega usted en la historia?
R. Soy el hijo de Lucía, la más pequeña de los niños Escalona. Mi madre falleció en 1967, a la edad de 36 años.

P. ¿Qué ocurrió con Matilde cuando acaba la historia que cuenta la novela?
R. Matilde se quedó en España, se volvió a casar con un médico andaluz y vivió en Madrid hasta su muerte en 1951. Tenía 33 años. Ambas hermanas jamás volvieron a verse, aunque sostuvieron una correspondencia, que no se conserva, por la que Nati supo que los fascistas no castigaron a Matilde y que ésta tuvo dos hijas. Una de ellas emigró a Estados Unidos y la otra a Alemania tras la muerte prematura de su padre.

P. ¿Y Nati?
R. Murió en agosto de 2012 a los 98 años, después de sus dos hermanos varones: Jesús que se había quedado en Barakaldo y Ángel que había sido el primero en llegar a Francia en mayo de 1937 a los 14 años, antes del sitio de Bilbao.

P. ¿Cuál fue el reto más importante que le planteó la obra?
R. Era la primera vez que escribía una obra de ficción y para un novato resulta complicado sublimar un testimonio personal, anclado en la trivialidad diaria de las cosas, incluso aunque ocurra en tiempos de guerra, para convertirlo en un relato novelesco. Había escrito una primera prueba, mucho más larga, que hablaba de todos los miembros de la familia Escalona, que fue rechazada por los editores. Entonces reajusté la intriga sobre la historia de amor entre Matilde y Valerio.

P. ¿Qué añaden a la historia los episodios dedicados a la epopeya de Zumalacárregui?
R. El carlismo navarro es tanto una mitología para niños como una ideología viril que se transmitió a través de las generaciones, una herencia cultural. "No nos volvemos carlistas, nacemos carlistas", dice Valerio. Las hazañas de Zumalacárregui dependen del cantar de gesta tanto como de la realidad histórica. El origen del compromiso político de Valerio se sitúa así por este procedimiento de distanciamiento que es la historia contada. Se trata de una nueva celebración de la infancia, donde todo se decide: "era una vez un gran general".

P. ¿Por qué los incluyó?
R. Los cuentos carlistas me permitieron oponer la cultura oral de Valerio al imaginario cinematográfico de Matilde. Mostrar la unión improbable de ambos amantes: lo antiguo contra lo nuevo, la tradición contra la modernidad que, más allá de las ideologías, constituye la dinámica profunda de la guerra de España. A partir de ahí, podemos fácilmente encontrar derivaciones de esta oposición: el alma y el cuerpo, el sacrificio y la diversión, el individuo y la comunidad, entre otros muchos temas recurrentes en la novela.

Natalia Escalona falleció en 2012 en Francia
P. ¿Y los de los anarquistas catalanes?
R. La inclusión del mundo libertario catalán fue una respuesta a la pregunta “¿quién disparó a Valerio?”. Teniendo en cuenta la situación del frente en abril de 1938, lo más probable es que se tratase de un anarquista o de un comunista. Por otro lado, sabía que mi historia se terminaría en Cataluña, en el momento de la retirada en la cual mi familia participó tal como relato en la novela. La elección del anarquista era más fecunda desde el punto de vista narrativo y la cultura libertaria de Jaime introducía un contrapunto simétrico con el carlismo de Valerio.

P. ¿Por qué las palabras en español intercaladas?
R. A veces, son las pronunciadas por Nati en nuestras conversaciones. Otras veces, se trataba de crear un efecto de realidad o de proximidad con los personajes mediante el uso de palabras o expresiones en español.

P. ¿Está prevista esa traducción?
R. Sería mi mayor deseo. Desgraciadamente, el editor no lo contempla por el momento. La única posibilidad sería que un editor español comprase los derechos cuyo importe no debería ser muy elevado porque el libro no se ha vendido mucho en Francia. Quizá un editor de Bilbao o Barakaldo, donde la novela podría tener lectores. Otra estrategia podría ser convencer directamente a mi editor para que se encargase de la traducción en colaboración con algún organismo vasco.

P. En su obra, los malos son los anarquistas. ¿Por qué no hay apenas referencias a la brutalidad de los golpistas?
R. No intenté respetar el equilibrio en la narración de las atrocidades, ni siquiera mantener una mínima objetividad. Desde este punto de vista, los historiadores hicieron bien su trabajo y el ciudadano español sabe ahora lo que sucedió durante esta guerra terrible. La asimetría viene dada por el hecho de que el punto de vista de la narración se coloca lejos de las grandes matanzas perpetradas por los fascistas. La represión no se está produciendo ni en el País Vasco, si se exceptúan los bombardeos, presentes en la novela, ni en Cataluña, donde se produjo sobre todo a partir de 1939, es decir después de mi historia.

P. ¿Ha visitado usted Barakaldo?
R. Por supuesto, he ido muchas veces porque todavía tengo allí familia. Jesús, el hermano de Nati, jamás se reunió con sus parientes en Francia. Encarcelado por los italianos en Castro Urdiales, tuvo que unirse a las tropas franquistas para evitar el pelotón de fusilamiento (tenía 17 años). Se casó en Barakaldo después de la guerra y vivió allí hasta su muerte, en Lutxana, hace ahora una decena de años.

P. ¿Cuándo ha ido por última vez?
R. Mi última visita fue en septiembre de 2006. En aquella época, tenía la intención de escribir una obra histórica sobre la zona aunque finalmente las circunstancias hicieron que escribiera una novela. ¡Tanto mejor! La muerte de mi tía Julia hace dos años (la mujer de Jesús) hace más improbables mis visitas a Barakaldo a pesar de la proximidad geográfica (apenas cuatro horas de coche). Sin embargo, tengo todavía dos primas hermanas que habitan en Bilbao aunque apenas las conozco, y cuatro pequeños primos a los que he visto una vez en mi vida.

P. ¿Qué le parece el lugar?
R. No tengo una visión global de la localidad y conozco sólo su barrio de Lutxana. Tengo el recuerdo de un suburbio obrero un poco gris y caótico. Al otro lado de la calle de mi tío se extendían campos baldíos. Aunque durante mi última visita, mi tía Julia me explicó que la ciudad estaba en plena renovación.

P. ¿Cuál es la relación de ‘Les enfants…’ con el resto de sus libros?
R. Los otros no eran novelas. Aunque podríamos establecer un lazo entre ‘Les enfants’ y mi tesis de microhistoria: la preocupación de confrontar a los individuos con el gran rodillo-compresor de la historia y de comprobar que a esta escala todo se vuelve más complejo.

P. ¿Cree que el libro tiene ahora una lectura diferente tras el nuevo triunfo de los neofascistas en países como Francia en las recientes elecciones europeas?
R. Cada uno encuentra en un libro lo que espera encontrar en él si no se para antes de la palabra ‘fin’. Lo que es seguro es que Nati afirmó orgullosamente hasta su muerte su identidad española. Votaba en todas las elecciones por correo, escribiendo Baracaldo a la castellana, algo que respeté para el título de mi novela y le gustaba mucho la idea de una Europa unida. Decía que su padre, buen marxista, estaba contra las fronteras. Por mi parte, en estos momentos, temo más para España su partición que la vuelta al poder de los neofascistas. Creo que el pueblo español posee todavía una memoria viva de la dictadura que lo preserva de una recaída, algo que no ocurre en Francia, donde el recuerdo es solamente escolar. Espero, de todas formas que tengamos la energía suficiente para evitar lo peor.

P. ¿Algo que decir a sus posibles lectores de Barakaldo?
R. Me gustaría que algún día pudieran leer mi novela en español. Más allá de la satisfacción narcisista, sería la manera en la que, simbólicamente mi madre, Nati y todos los suyos volverían a su casa.

P. ¿Cuáles son sus próximos proyectos?
R. “Callar, hacer, decir", esa era la divisa de un rey de Francia y esa es (modestamente) la mía hoy.




Thierry Ginestous. Je suis né en 1961. Je suis agrégé et docteur en histoire et j’enseigne actuellement l’histoire et l’histoire de l’art au lycée Marie-Curie de Tarbes. Les enfants de Baracaldo correspond à ma troisième publication, après La solitude au village qui était une version de ma thèse et les deux tomes de Généalogie de la solitude qui en étaient un prolongement philosophique.

Question. Pourquoi avez-vous écrit Les enfants de Baracaldo?
Ce sont des raisons affectives qui m’ont conduit à écrire mon livre. Durant l’été 2000, j’ai effectué un enregistrement méthodique du récit de vie de ma tante Natividad Escalona Ibáñez, plus précisément de son enfance à son arrivée en France. Jusqu’alors, elle ne m’avait livré que des fragments biographiques qui émergeaient en désordre au gré de nos discussions ordinaires. Mais elle atteignait alors ses 85 ans et il était temps de recueillir le plus fidèlement possible une parole qui, un jour ou l’autre, allait fatalement s’éteindre, et avec elle la mémoire de toute la famille car, bien que la plus âgée, Natie était la dernière survivante de sa génération.

Escuela Bituritxa en 1940. Foto: Ayuntamiento
Natie s’est livrée à l’exercice avec beaucoup d’enthousiasme et une grande maîtrise du récit. Stimulée par mes questions, elle a restitué avec beaucoup de précision un passé à la fois heureux et douloureux, en français la plupart du temps, mais aussi spontanément en espagnol quand des dialogues lui revenaient en mémoire (Natie, qui avait quitté l’école à 9 ans, parlait très bien les deux langues mais ne savait pas traduire d’une langue à l’autre). A ces moments-là, Natie ne me racontait pas son passé, elle le revivait, parfois même elle l’exhumait, un peu comme cela se passe dans l’analyse psychanalytique, notamment certaines séquences relatives à ses relations avec sa soeur (par exemple, les larmes aux yeux, la scène des adieux dans la cuisine de l’appartement de Pueblo Nuevo qu’elle n’avait jamais racontée à personne, car ce fut bel et bien la dernière fois qu’elle vit sa soeur ; ou encore, celle du couteau de Valerio).

Pour bien mesurer la charge affective de ces moments de complicité, il faut savoir que Natie était plus qu’une tante pour moi car, ayant perdu ma mère à l’âge de 6 ans, elle représentait à mes yeux une mère de substitution. Je ne peux évidemment pas m’étendre davantage sur les aspects intimes de la genèse du roman, mais je peux dire néanmoins que ces discussions de l’été 2000 étaient peuplées de la présense invisible de tous nos morts.


Q. Quel signifié a-t-il le titre?
Le titre Les enfants de Baracaldo s’est imposé comme une évidence, avant même que je n’écrive la première ligne de mon texte. Le thème de l’enfance constitue en effet le point de fuite du récit tant il associe dans une sorte de perspective inversée tous les protagonistes du roman. Bien sûr les enfants Escalona, et en premier lieu Natie et Matilde, mais aussi Valerio et Jaime, dont les engagements respectifs puisent aux sources magiques de l’enfance.

En filigranne, on peut lire que tout engagement est par essence réactionnaire (attention : au sens étymologique du terme) dans la mesure où il constitue une réaction au temps qui passe en même temps qu’un rejet altruiste d’une solitude qui tend à enfermer les êtres entre les cloisons de leurs souvenirs intimes (les parents Escalona, mais aussi la mère de Valerio, presque interchangeable avec celle de Matilde, toutes deux murées dans le silence). Le sentiment de solitude s’intensifie en effet à mesure du vieillissement alors que, en sens inverse, les pulsions qui orientent les énergies vers l’engagement s’affaiblissent.

De ce point de vue, on peut considérer la scène de Lucia et des libellules qui se clôt sur l’ingratitude des enfants (p196) comme une allégorie de l’innocence pure, une espèce de moment originel, perdu aussitôt que vécu. Ce passage a beaucoup d’importance pour moi puisque il s’agit d’une mise en abyme de ma propre enfance à travers celle de ma mère qui a disparu alors que j’avais son âge dans le récit, c’est-à-dire 6 ans, et dont je n’ai gardé presqu’aucun souvenir.

Sur un autre plan, on peut voir dans le thème de l’enfance celui de la vulnérabilité des hommes face à l’Histoire avec un grand H. Ainsi, le vol de la libellule est-elle la métaphore de la fragilité et de la liberté qui caractérise l’engagement humain (il faudrait trouver un terme qui associe les deux états en un, en français le terme “précarité” se rapproche de cette idée) alors que la légion Condor bombarde Guernica, prélude au grand embrasement qui va emporter l’Europe quelques années après.

Hidroavión nazi en la dársena de Portu. Foto: Ayuntamiento.
Le sous-titre Espagne, 1937 m’a été suggéré par l’éditeur afin que le lecteur puisse situer immédiatement l’intrigue. Il s’agit en effet d’une vraie histoire d’amour pendant la guerre d’Espagne et non d’une histoire romancée de la guerre d’Espagne. Cette distinction n’est pas vaine : on ne peut pas considérer mon roman comme un “roman historique” dans la mesure où ce genre littéraire fonctionne habituellement en mélangeant réalité et fiction dans une trame unique, jusqu’à les confondre. Or, en ce qui me concerne, j’ai tenu séparé autant que possible l’une et l’autre. Repère tangible (l’acte de mariage présenté au debut de la 3ème partie) d’une chronologie par ailleurs éclatée, l’année 1937 renvoie donc à l’événement qui a déclenché tout le processus romanesque.

Q. Comment (et où) vous êtes-vous documentés pour écrire son histoire?
Je connaissais bien l’histoire de la guerre d’Espagne. J’ai approfondi mes connaissances en direction du pays basque et des carlistes par la lecture d’une bibliographie idoine. Concernant Baracaldo, je dois citer l’ouvrage de Txomin Ansola González Del taller a la fábrica de sueños. El cine en una ciudad industrial : Barakaldo (1904-1937) qui m’a été particulièrement précieux.

Les films mentionnés dans le roman ont bien été projetés à Barakaldo et Bilbao aux dates dites. C’est bien sûr le cas du film Anna Karénine qui tient une si grande place dans l’intrigue. Ainsi, même si mon livre n’a aucune prétention d’un point de vue scientifique (il ne révèle rien de nouveau), je ne pense pas qu’il comporte des erreurs ou des contresens de nature historique, que ce soit dans le cadre géographique basque ou catalan.

Q. Combien existe de réalité et combien de fiction dans son roman ?
Comme je l’ai suggéré précédemment, la structure du roman permet clairement de distinguer réalité et fiction. La “réalité” correspond au témoignage de Natie auquel je suis resté fidèle (entendu qu’il s’agit bien de “sa” réalité mémorielle, laquelle ne se confond pas avec la réalité historique).

L’histoire de Jaime relève en revanche de la pure imagination. Il existe toutefois un entre-deux incarné par la personne de Valerio dont je savais seulement par Natie qu’il était carliste navarrais, avait épousé Matilde (confirmé par l’acte de mariage du 11 février 1937), avait auparavant étudié à Barcelone, puis enseigné les mathématiques à l’université de Deusto, et avait été tué sur le pont de Balaguer alors qu’il cherchait à rejoindre sa jeune femme. Rien d’autre : du fait de cette identité - comment dire ? - spectrale, il fait naturellement la jonction entre les deux récits, il est mi-réel, mi-fictif. Vous remarquerez qu’avec lui, il est souvent question de “passage” car lui-même en est un, entre réalité et fiction.

Entre réalité et fiction, précisément, les trajectoires de Jaime et Valerio, malgré leurs doutes quant à leur engagement respectif, sont comme emportées par la force de destin : ils se croisent dans un bordel au début du roman, Jaime annonçant à Valerio qu’il lui mettrait bien “une balle dans la tête”, à la manière d’une prémonition qui ne manquera pas de se produire à la fin de l’histoire. D’emblée, témoignage de Natie et récit fictionnel nous indiquent donc ce qui va fatalement advenir. Ensuite, les deux trajectoires se désolidarisent mais il n’existe plus le moindre doute sur l’issue tragique de l’intrigue.

Ce procédé narratif coïncide avec celui que Tolstoï utilise dans Anna Karénine dans la fameuse scène de la gare qui annonce le suicide d’Anna à la fin du roman et renvoie plus généralement dans son oeuvre à une conception tragico-religieuse de l’histoire : l’homme est parmi toutes les créatures celle qui se dresse encore vers Dieu malgré le Mal qui le cerne au dehors (la guerre) comme au dedans (la trahison) de lui-même.

Ainsi, à partir des deux versants opposés, historique d’un côté et fictionnel de l’autre, l’intrigue tient-elle par toute une série de résonnances narratives, censées combler le fossé ouvert et du même coup occupé librement par l’auteur : les évocations de l’enfance de Valerio, Jaime, et Lucia ; le silence des deux mères ; les doutes des deux militants ; mais aussi : le couteau de Jaime et celui de Valerio ; l’Internationale de la colonne de réfugiés, celle de la brigade du Campesino ; l’imaginaire héroïque de Valerio, celui de guerillero de Jaime, l’oeil caché de Vronski au debut du film répond à celui unique de Jaime comme signes avant-coureurs du malheur en gestation, aussi bien dans le film que dans le roman, etc...

Au final, l’exécution de Valerio par Jaime renoue entre eux les deux versants du roman et, de ce fait, comporte plusieurs niveaux de lecture : un niveau strictement narratif, puisque c’est le dénouement logique de l’histoire annoncé dès l’entame par le récit de Natie ; un niveau politique, dans la mesure où elle préfigure la fin des deux vieilles idéologies qui s’apprêtent à être l’une broyée (l’anarchisme), l’autre asséchée (le carlisme) par le franquisme ; un niveau poétique (au sens philosophique de passage de la réalité à la fiction), si l’on considère que c’est Jaime, c’est-à-dire un être imaginaire, celui envoyé par le destin (l’auteur), qui tue l’humain incomplet qu’est Valerio, mi-réel, mi-romanesque ; et alors que ce dernier se redresse sur un pont (encore le passage donc) tel l’homme tolstoïen face à l’ogre historique et, dans le même geste, face à ses démons intérieurs (le phalangiste Martín qui s’est engagé par désir de vengeance).

Q. Quel rôle joue vous dans l'histoire? Vous êtes réellement neveu de Natie et Matilde? Qu'est-ce qui a été de la vie de Matilde quand le roman est fini?
Oui, oui ! je suis bien le fils de Lucia, la plus petite des enfants Escalona, celle aux libellules. Ma mère est décédée en 1967, à l’âge de 36 ans. Matilde est restée en Espagne, s’est remariée avec un médecin andalous et a vécu à Madrid jusqu’à sa mort, en 1951 (33 ans). Les deux soeurs ne se sont jamais revues (ah ! la scène de la cuisine et le terrible “je me fiche de ne plus de te revoir” de Natie). Elles ont néanmoins entretenu une correspondance (lettres perdues) où Natie apprend que les fascistes “n’ont pas fait de misères” à Matilde, et plus tard que celle-ci a deux filles (lesquelles émigrent une aux Etats-Unis, l’autre en Allemagne à la mort prématurée du père). Natie quant à elle est morte en août 2012 à l’âge de 98 ans, après ses deux frères Jesus (demeuré à Barakaldo) et Angel (le premier à avoir rejoint la France en mai 1937 à l’âge de 14 ans, juste avant le siège de Bilbao).

Q. Quel a été le défi le plus important qui a projeté l'oeuvre?
C’était la première fois que j’écrivais un roman et, bien entendu, la difficulté pour un novice est toujours de sublimer un témoignage personnel, le sien ou celui d’un tiers, ancré dans la banalité des choses quotidienne (même en temps de guerre…), pour en faire un récit romanesque.

J’avais écrit une première épreuve, structurée autour de chaque membre de la fratrie Escalona, beaucoup plus longue donc, plus picaresque aussi, mais elle a été refusée par les éditeurs. Alors, j’ai recentré l’intrigue sur l’histoire d’amour entre Matilde et Valerio, romanesque à souhait, qui n’attendait donc que cela. Elle s’inscrit en effet dans la longue série des amours impossibles dont la littérature occidentale est remplie.

Q. Quoi est-ce qu'ils ajoutent à l'histoire les épisodes dédiés à l'épopée de Zumalacárregui?
D’abord, je trouve le procédé qui consiste à faire raconter une histoire par un protagoniste du roman (une histoire dans l’histoire, encore une mise en abyme) tout à fait indiqué pour exprimer la part imaginaire de la réalité. Car l’imaginaire fait aussi partie de la réalité mais dans des proportions très inégales selon les individus.

Ainsi, le carlisme navarrais est-il tout autant une mythologie pour enfants qu’une idéologie virile qui s’est transmise à travers les générations par le récit oral qu’en faisaient les anciens à l’intention des nouvelles générations. Le carlisme est de ce point de vue un héritage culturel : “on ne devient pas carliste, on naît carliste” dit Valerio.

Les exploits de Zumalacárregui relèvent de la chanson de geste moyenâgeuse autant que de la réalité historique. Il fallait donc mettre en scène l’origine légendaire de l’engagement politique de Valerio par ce procédé de distanciation immémorial qu’est l’histoire contée. Encore une célébration de l’enfance donc, du genre “il était une fois, un grand général…” : l’enfance, où tout se décide.

Par ailleurs, les contes carlistes m’ont permis d’opposer la culture orale de Valerio à l’imaginaire cinématographique de Matilde. Là aussi, un plan anthropologique sous-tend l’union improbable des deux amants : Matilde et Valerio c’est l’ancien contre le nouveau, la tradition contre la modernité qui, au-delà des idéologies, constitue la dynamique profonde de la guerre d’Espagne. A partir de là, on peut facilement retrouver des déclinaisons de cette opposition : l’âme et le corps, le verbe et l’image, le sacrifice et le divertissement, l’individu et la communauté, etc… autant de thèmes récurrents dans le roman.

Q. Et ceux-là des anarchistes catalans?
Le choix du monde libertaire catalan relève de la déduction. Ma question initiale a été : qui a tiré sur Valerio ? Compte tenu de la situation du front en avril 38, la probabilité la plus forte était que ce fût un anarchiste ou bien un communiste. Le choix de l’anarchiste était plus fécond du point de vue narratif dans la mesure où il renvoie alors à une singularité historique déjà ancienne alors que le communisme n’est apparu en Catalogne qu’à la faveur de la guerre.

Par ailleurs, je savais que mon histoire s’achèverait en Catalogne, au moment de la Retirada à laquelle ma famille a participé tel que je le relate dans le roman. Je savais également que Valerio avait séjourné dans cette ville pour faire ses études. L’intrigue pouvait ainsi se fonder, sinon sur une unité de lieu, du moins sur une symétrie qui corrigeait une structure temporelle non linéaire susceptible de troubler le lecteur.

Enfin, la culture libertaire de Jaime introduisait un opposé symétrique au carlisme de Valerio. Encore une fois, un plan plus profond portait les trajectoires individuelles, celui qu’on appellerait aujourd’hui un plan éthique, celui des valeurs : la liberté de l’un, la fidélité de l’autre, l’histoire se chargeant comme toujours de brouiller les pistes. Finalement, les deux trajectoires, selon des modalités inversées, échouent au seuil de la solitude, deux solitudes unies par la ligne noire d’un fusil. A cette aune existentielle, la différence de statuts, bourreau d’un côté du fusil, victime de l’autre, devient relative, presque le fait du hasard, hasard autour duquel gravitent les dernières pensées de Jaime.

P. Pourquoi les mots espagnols intercalés? Ne croyez-vous pas qu'ils compliqueront une traduction possible?
Parfois, les mots espagnols renvoient aux mots précisément prononcés par Natie lors de nos entretiens. Il y a néanmoins un cas où j’ai modifié la parole espagnole de Natie : El profesor y su bastόn ne s’appliquait pas en réalité à Valerio et sa mère mais au grand-père et à la grand-mère de Natie qui habitaient Tudelilla de Navarra. L’expression juste était El medico y su bastỏn que j’ai transposée dans ma propre intrigue. D’autres fois, il s’agissait avec l’espagnol de créer un effet de réalité ou de proximité avec les personnages.
Insérer des mots étrangers dans un texte est un procédé typographique assez courant. Il suffit d’introduire un avertissement en début d’ouvrage relatif aux mots écrits en italiques (du type NdT : en espagnol dans le texte) et de placer la traduction en bas de page.

Q. Cette traduction est prévue elle?
Ce serait mon voeu le plus cher ! Malheureusement, l’éditeur n’a pas semblé l’envisager pour l’instant. A moins qu’il ne soit sollicité par un éditeur espagnol prêt à lui racheter les droits. Ceux-ci ne devraient pas être élevés car mon livre a été très peu vendu en France. Peut-être un éditeur de Bilbao où le roman pourrait trouver ses lecteurs ? L’autre stratégie consisterait à convaincre directement mon éditeur qu’il se charge lui-même de la traduction, en partenariat avec la municipalité par exemple, ou un autre organisme. Croyez-vous que cela soit faisable ?

Q. Puisque la narrateusse est communiste, il est compréhensible que dans son oeuvre les anarchistes font un malheur poseur mais: pourquoi n'y a-t-il pas à peine de références à la brutalité des fascistes ?
Je n’ai pas cherché à respecter un équilibre des atrocités, ni même une quelconque objectivité scientifique. De ce point de vue, les historiens ont bien fait leur travail et le citoyen espagnol sait maintenant ce qu’il s’est passé durant cette terrible guerre, à moins qu’il ne soit indifférent ou de mauvaise fois, bien entendu. L’assymétrie vient effectivement du fait que le point de vue privilégié se place loin des grands massacres perpétrés par les fascistes, le pays basque ayant été relativement épargné (si l’on excepte les bombardements, présents dans le roman) et la répression en Catalogne ayant eu lieu surtout à partir de 1939, c’est-à-dire après mon histoire. En revanche, j’ai voulu à travers l’épopée de Valerio évoqué le bouleversement qui affecte l’art militaire, plus précisément sa mécanisation accélérée et la fin de l’esprit “chevaleresque” qui nourrissait l’héroïsme carliste (la charge de cavalerie de Modesto).

Q. Avez-vous visité Barakaldo? (S'il est tel: d'avance, après ou en attendant écriviez-vous le livre? Qu'est-ce qui a paru à vous la ville?)
Bien sûr, je suis venu plusieurs fois à Barakaldo car j’y ai encore de la famille. Jesus, le frère de Natie, n’a jamais rejoint sa famille en France. Fait prisonnier par les Italiens à Castro Urdiales, il a dû s’engager dans la légion franquiste afin d’éviter le peloton d’exécution (il avait 17 ans…).
Il s’est marié à Barakaldo après la guerre, et y a vécu jusqu’à sa mort, à Luchana, il y a maintenant une dizaine d’années. Ma dernière visite à Luchana remonte à septembre 2006. Je voulais alors rencontrer un historien de l’université mais il y a eu un contretemps. A cette époque, j’avais en effet l’intention d’écrire un ouvrage historique sur le siège de Bilbao et finalement, c’est un roman que les circonstances ont fait naître. Tant mieux !
Le décès de ma tante Julie il y a deux ans (la femme de Jesus) rend plus hypothétique mes visites à Barakaldo malgré la proximité géographique (environ 4h de voiture). Pourtant, j’ai encore deux cousines germaines qui habitent Bilbao mais je les connais mal, ainsi que quatre petits-cousins que je n’ai vus qu’une seule fois de ma vie.
Je n’ai pas une vision globale de la ville dont je ne connais que le quartier de Luchana. J’ai le souvenir d’une banlieue ouvrière un peu grise et chaotique (des friches s’étendaient de l’autre côté de la rue de mon oncle), même si lors de ma dernière visite, Julie m’expliquait que sa ville était en pleine rénovation. Elle me disait en riant qu’elle s’en fichait pas mal maintenant et qu’elle souffrait de solitude. J’ai pensé à elle et à son petit appartement pour le personnage d’Amparo (prénom d’une de mes cousines) Blasquez.

Q. Par quoi diffère-t-il ‘Les enfants … ' du reste de vos livres?
C’est très simple : les autres n’étaient pas des romans. On pourrait éventuellement établir un lien entre mon travail de thèse de microhistoire et mon roman : le souci de confronter les individus au grand rouleau-compresseur de l’Histoire et de constater qu’à cette échelle tout se complexifie. Comme s’il y avait comme un surcroît de sens dans la fragilité, une vérité enfouie dans le minuscule…

Q. Croit-il que le livre a maintenant différente lecture après le nouveau triomphe des neofascistas dans des pays comme la France dans les élections récentes européennes?
Chacun trouve finalement dans un livre ce qu’il espère y trouver, sinon il s’arrête avant la fin. Ce qui est sûr, c’est que Natie a fièrement affirmé jusqu’à sa mort son identité espagnole (elle votait à chaque élection par correspondance, orthographiant Baracaldo à la castillane, ce que j’ai respecté pour le titre de mon roman) et qu’elle aimait bien l’idée européenne (elle disait que son père, en bon marxiste, était contre les frontières...).
Pour ma part, je crains en ce moment pour l’Espagne plus sa partition, en effet, que le retour au pouvoir des néofascistes. Votre peuple possède encore une mémoire vive de la dictature qui le préserve d’une rechute ! En France, c’est plutôt sombre en ce moment (notre mémoire de la dictature est seulement scolaire) mais j’espère néanmoins que nous aurons encore assez d’énergie pour éviter le pire.

Q. Quelque chose à dire à vos lecteurs possibles de Barakaldo?
Oui. J’aimerais tant qu’ils puissent un jour lire mon roman en Espagnol. Au-delà de la satisfaction narcissique, c’est ma mère, Natie et tous les leurs qui, symboliquement, reviendraient chez eux. ¡ Bárbaro !

Q. Quels sont vos proches projets?
Jocker… “Taire, faire, dire”, telle était la devise d’un roi de France et telle est (modestement) la mienne aujourd’hui.