Agradecimiento en doble dirección. Así es este año la designación del pregonero de las fiestas del Carmen de Barakaldo. La comisión ha elegido al comedor social de Cáritas en San Vicente en reconocimiento a su labor solidaria. Y el comedor dice gracias porque, en este momento, se acuerdan de quienes tienen dificultades. “Queremos que todas las personas que participan en el comedor se sientan pregoneras”, señalan sus responsables. El proyecto, a cuyo frente está Itziar Navares, no descansa ni uno solo de los 365 días del año desde hace 18 meses. En 2013 fueron 212 las personas que, gracias a esta iniciativa, tuvieron garantizada una comida al día. Muchos de quienes acuden ni siquiera disponen de un hogar. Al menos 57 el año pasado estaban en esta situación.
Tras unos meses funcionando como un servicio para que las personas que lo necesitaran llevaran comida a su casa, el 18 de octubre de 2010 se puso en marcha como comedor económico, por iniciativa de la comunidad católica local y de Cáritas. El centro cuenta actualmente con una treintena de colaboradores desinteresados. La crisis no ha frenado la solidaridad. El comedor no puede ahora mismo recibir a más voluntarios.
Barakaldeses. Cada día, 60 personas acuden en busca de esta ayuda al local anexo a la iglesia de San Vicente. La edad media está ligeramente por encima de los 40 años y la mayoría de quienes asisten son de Barakaldo o de la comarca. Los hay muy jóvenes, en la veintena. Pero también están aquellos que tendrían que estar pensando en una plácida jubilación. No es una pobreza surgida de repente. Ya estaba ahí pero la famosa crisis internacional ha agravado el proceso hasta incrementar en cerca de un 50% el número de personas que atiende Cáritas.
“La gente cada vez tarda más en salir del sistema de recursos de Cáritas. Pierden el empleo y cuatro años después no lo han recuperado, y eso crea una muy baja autoestima, dificultades mentales, poca esperanza y una difícil recuperación”. Las personas que llegan al comedor en San Vicente lo hacen por indicación de las trabajadoras sociales del Ayuntamiento, por la asociación Goiztiri o por Cáritas. Algunos son casos dramáticos.
“Para mí el comedor ha supuesto que no me suicide. Me han ayudado en todo tipo de cosas. Me ayudaron a comprar los libros para estudiar, a solicitar la Renta de Garantía de Ingresos (RGI) y sé que voy a comer una vez al día”, explicaba un varón de 27 años a Barakaldo Digital.
El comedor social se presenta, así, como un salvavidas en un mar donde cada vez hay más naúfragos. “La solidaridad crece en tiempos de crisis sin ninguna duda y esto es porque el ser humano lleva dentro la semilla de la solidaridad muy arraigada. Cuando las personas ven sufrir a los demás y creen que pueden hacer algo, lo intentan de corazón”, señala el párroco Luis Laborda. El pregón de las fiestas del Carmen no cerrará un comedor cuya labor ahora todos reconocen.
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