por Adela Estévez Campos
Vive de aeropuerto en aeropuerto, haciendo malabarismos para compaginar su absorbente trabajo con su vida familiar y el cuidado de su hija Octavia. Irene López de Vallejo (1972), profesional barakaldesa de éxito, ‘sobradamente preparada’, ha establecido su base en Londres para trabajar en toda Europa. Extrovertida y vehemente, habla con pasión de su hija, de su familia y amigos, de los encantos de la anteiglesia o de las nuevas tecnologías y sería capaz con su entusiasmo de conseguir que un fanático religioso cambiase de credo después de una conversación razonada con ella.
Viaja tantas veces al año a Barakaldo por motivos familiares o de trabajo que ‘casi’ no le da tiempo a echarlo de menos, ‘casi’ porque en Londres añora el sentido del humor y la forma de salir y relacionarse de la anteiglesia. Importaría de Inglaterra los parques, aunque señala que la ciudad ha mejorado mucho en ese aspecto en los últimos años, y le encanta cómo han quedado zonas como la de las Torres de San Vicente. Recuerda con nostalgia el ambiente musical de la Margen Izquierda en su adolescencia, en la época del rock 'radikal' vasco y del punk, un espíritu que no ha vuelto a revivir en ningún lugar de los que ha visitado.
Irene López de Vallejo y su hija Octavia
Pregunta. ¿Qué recuerdos guarda de su infancia en Barakaldo?
Respuesta. Me acuerdo mucho del colegio de la Milagrosa, donde estudié, y de las amigas que hice durante esos años. Estábamos todas un poco sobreprotegidas. No nos dejaban jugar mucho en la calle. Claro que tampoco el Barakaldo de entonces era como el de ahora. Ha pegado un cambio enorme en los últimos 15 años. ¡Ha mejorado muchísimo! También recuerdo con mucho cariño potear con mi 'aita', Angelín o Vallejo, como le llamaba todo el mundo. Se puede decir que he aprendido a potear antes que a andar. Mi 'aita' me llevaba con él desde que tenía dos años y me gustaba mucho ir los domingos de paseo y de visita al Centro Burgalés a comer morcilla, al Centro Andaluz a probar el jamón y al Centro Gallego, el pulpo.
P. ¿Y de su adolescencia?
R. La música. Recuerdo un ambiente en el que sonaban mucho el rock 'radikal' vasco y el punk muy Margen Izquierda. En esa época tenía muchos amigos dedicados a la música y, aunque yo no estaba en ningún grupo, me fui involucrando en ese mundo, en ese ambiente de conciertos. No he vuelto a estar en ningún sitio donde existiese esa energía. Es una cosa que echo mucho de menos de aquella época, ir con mi amiga Nerea de conciertos y descubrir cosas nuevas cada día.
P. ¿Qué estudios superiores ha realizado?
R. Sociología industrial en Deusto, un máster de Estudios Europeos y un doctorado en Arquitectura.
P. ¿Por qué ha estudiado ruso?
R. Pensaba que me ibas a preguntar por qué he estudiado tanto. ¡Ja, ja, ja!
P. De acuerdo, ¿por qué ha estudiado tanto?
R. Por pura inseguridad. Y por querer demostrarme a mí misma que puedo hacerlo. Por mejorar. Por aprender.
P. ¿Y por qué ha estudiado ruso?
R. Por espíritu de contradicción, porque había que estudiar inglés y decidí que yo prefería estudiar algo que nadie estudiaba, así que estuve seis años aprendiéndolo, aunque nunca he estado en Rusia, muy a mi pesar. Supongo que cuando sea ancianita me apuntaré a un viaje del Imserso para hacer un viaje en el Transiberiano con mis amigas de Barakaldo. Aprovecho para invitarlas formalmente al viaje, por orden alfabético que luego se me pican: Nerea Baranda, Lorena Cosmed, Cristina Hermosilla y María Molinos. Mis barakaldesas favoritas, aunque hay otra mucha gente de Barakaldo a la que quiero y a la que saludo desde estas líneas.
P. Vivió usted en Portugal. ¿Cómo fue la experiencia?
R. Impresionante. Me fui con una beca Erasmus en 1991 a la Universidad de Coimbra y me enamoré del país, de la gente, de la comida. Hice un montón de amigos con los que todavía mantengo relación. Compaginaba las clases con el trabajo en un bar, porque las becas Erasmus tienen un presupuesto muy ajustado y mis padres tampoco me podían mandar dinero. Fue la primera vez que viví sola y solo recuerdo lo bueno, la sensación de libertad y de aprender cada día algo nuevo.
P. ¿Qué tal era el nivel educativo portugués?
R. Excelente. Portugal me obligó a poner muchas cosas en perspectiva: llegas cargada de prejuicios y para empezar te encuentras con que todos tus compañeros hablan francés e inglés. Como las películas en la televisión y en el cine están en versión original, hasta la cajera del súper habla idiomas. El método en la Universidad era muy americano, al contrario que en Deusto, donde se limitaban a darte apuntes para memorizar. En Coimbra te obligaban a buscar, a trabajar por ti mismo, a pensar todo el tiempo. Fue una experiencia única que me sigue ayudando hoy.
P. ¿Empieza a trabajar al acabar la carrera?
R. No, la cosa estaba bastante difícil en 1995, no había trabajo, así que a través de la bolsa de empleo de la universidad entré en una empresa a hacer unas prácticas no remuneradas. De ahí, me cogieron para trabajar con contratos basura en un par de empresas y tras varios años me estabilicé en un centro tecnológico guipuzcoano, IK4-Tekniker, para el que sigo trabajando.
P. ¿Cuándo decide irse a Londres?
R. Yo tenía claro que quería seguir estudiando, pero también que un doctorado necesita una perseverancia y una madurez que a los 25 años todavía no tenía. En el momento en que me sentí preparada y surgió la posibilidad de hacerlo, a través de uno de los proyectos de investigación que dirigía en IK4-Tekniker, me fui a Londres a la University College London (UCL). Tardé seis años en hacer el doctorado, compaginándolo con trabajos de investigación. Durante ese tiempo tuve a mi hija Octavia.
Irene López de Vallejo, con su hija Octavia |
R. Con una hija nacida en Londres, casi una década de residencia y la posibilidad de trabajar de modo flexible para mi empresa, decidí quedarme a vivir allí al terminar la tesis.
P. ¿En qué consiste la alianza de empresas vascas IK4?
R. Es una alianza de centros tecnológicos vascos. IK4-Tekniker es uno de los principales.
P. ¿Qué es euRobotics aisbl?
R. Una de mis funciones dentro de ese centro tecnológico es representarles en foros de investigación europeos. Éste es uno de ellos, dedicado a la robótica. También trabajo en otros foros dedicados a otras tecnologías como sistemas 'embebidos', internet del futuro, redes de sensores o nanotecnología.
P. Robótica y nanotecnología, ¿Están ustedes más cerca de la ciencia ficción que de la vida cotidiana?
R. Nosotros hacemos investigación aplicada en colaboración con las empresas. Son las universidades quienes realizan un trabajo más básico, que podría considerarse que está más cercano a la ciencia base.
P. ¿Qué nivel tiene el País Vasco en este campo?
R. Se están haciendo cosas muy interesantes en robótica industrial y de servicios. Estamos muy bien posicionados en Europa.
P. ¿Ha afectado la crisis a la investigación en el mundo de la inteligencia artificial?
R. Por supuesto, en todos los campos, a nivel nacional y a nivel europeo se está dejando de invertir en I+D, olvidando que el dinero que se destina a investigación está abriendo las puertas para el futuro.
P. ¿Su intención es quedarse a vivir en Londres?
R. De momento, sí. Es una ciudad dura y cara, pero es muy estimulante y tiene muchas ventajas: resulta interesante para el trabajo por la facilidad que permite para desplazarse por Europa y proporciona una gran libertad personal y anonimato.
P. ¿Cada cuánto tiempo vuelve a Barakaldo?
R. Continuamente, para visitar a la familia o por motivos de trabajo. Afortunadamente, programándolo con tiempo es fácil encontrar vuelos baratos. Estoy viniendo más o menos cada dos meses y mis amigos me visitan en Londres por lo menos una vez al año.
P. Qué echa de menos de Barakaldo cuando está fuera?
R. El poteo. Y la gente. O la gente y el poteo. Salir y relacionarse, ¡vaya! Y el humor de la Margen Izquierda. No existe otro igual. Y lo digo yo que viajo mucho y estoy todo el día con gente de muchos sitios. Creo que somos culturalmente surrealistas, ingeniosos y sabemos reírnos de lo cotidiano de una manera inimitable.
P. ¿Qué importaría de Inglaterra a la anteiglesia?
R. Los parques. Aunque ahora la zona de las Torres de San Vicente en la que me quedo cuando estoy por Barakaldo está muy bien, me gusta mucho.
P. ¿Qué le diría a alguien de Barakaldo que se esté planteado irse a Londres a buscar trabajo?
R. Dos cosas: que estudie inglés y que le eche un par de huevos.