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Conexión Cruces- Brühl

Estudiantes alemanes visitan el instituto de Cruces dentro del programa de intercambio para alumnado de 4.º de ESO
Una quincena de estudiantes alemanes visita el instituto de Cruces dentro del programa de intercambio para alumnado de 4.º de ESO

por Silvia Bolaños

El barrio barakaldés de Cruces cuenta esta semana con 15 nuevos vecinos. Son los estudiantes del instituto Max Ernst Gymnasium de la localidad alemana de Brühl, que participan por tercer año consecutivo en el programa de intercambio que desarrolla el centro junto con el Instituto de Cruces. Adolescentes alemanes y barakaldeses de cuarto curso de Secundaria (ESO) comparten siete días para practicar inglés, español y alguna frase en euskera y conocer de primera mano otras culturas.

La primera experiencia fue durante el curso 2016/2017 y el contacto entre los dos centros educativos se produjo por casualidad. “Los dos institutos queríamos poner en marcha el intercambio, nos pasaron un contacto y comenzamos a hablar”, cuenta Ana Abásolo, la profesora de inglés y coordinadora junto con Bittori Mato del programa en Cruces.

intercambio para alumnado de 4.º de ESO
“En el Instituto en Brühl —que cuenta con más de un millar de estudiantes— hacemos intercambios con Senegal, Israel y Francia y buscábamos un centro en el norte de España”, explican las profesoras de español de los estudiantes alemanes, Ina Kempt y Nicole Metzen.

“El País Vasco no es un lugar donde los turistas suelen ir. Muchos alumnos conocen el turismo de sol y playa de Andalucía, Mallorca o Canarias. Nosotras queríamos que vieran que existen otras regiones donde se hablan varias lenguas. Es un buen modelo para conocerse y formarse, para quitarse los estereotipos y los prejuicios. Ahora el Instituto de Cruces es nuestra referencia en España”, señalan las docentes.

“Si vas a un lugar, ya no es un punto en el mapa, tienes una idea más clara de cómo vive la gente, cómo piensa o qué come”, explica Kempt. Y eso es precisamente lo que experimentan los estudiantes durante el viaje.

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Kepa, Izan, Jesús, Aritz y Nereida fueron los primeros escolares barakaldeses en tomar parte en el programa. Pasados dos años desde su intercambio, recuerdan la experiencia con cariño. “Estábamos muy nerviosos porque íbamos a la aventura, pero aprendes valores y a saber estar. Al principio estás cortado porque no conoces a la familia, pero luego te vas soltando. Y no te queda otra que hablar inglés para entenderte”, comentan entre risas.

Los alumnos alemanes, por su parte, se muestran sorprendidos por la comida, la vida familiar y los horarios tardíos.

Desde el instituto destacan la implicación de todos los agentes sociales del barrio para hacer comunidad, especialmente la de la asociación de madres y padres de alumnos (ampa), que ayuda a las familias a costear el viaje.

El padre de una de las alumnas participantes y miembro del ampa en el primer intercambio Fernando García relata las dificultades y la ilusión por hacerlo posible. “Teníamos dudas y miedos. La situación en la Margen Izquierda no era buena desde el punto de vista económico pero nos pareció una idea interesante y nos volcamos”.

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El programa municipal sociocultural para adolescentes Giltzarri, encargado de la fiesta de despedida, y el grupo de danzas vascas Amaia de Lutxana, con alguna exhibición, se suman a la asociación de madres y padres en la iniciativa.

Al margen de las pequeñas sorpresas organizadas por estos colectivos, el calendario de visita deja poco espacio a la improvisación. Mientras los alumnos barakaldeses continúan con sus clases por las mañanas, los alemanes conocen el entorno a través de visitas guiadas.

“Han empezado visitando la zona a través del programa Ezagutu Barakaldo (Conoce Barakaldo). Después se han acercado a La Arboleda, a Bilbao y Gernika y culminamos en Donostia-San Sebastián”, explica Abásolo. Por las tardes, el tiempo lo dedican a hacer planes con la familia con la que se hospedan.

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Durante el mes de diciembre será el turno de los alumnos barakaldeses, que viajarán a Brühl a completar la experiencia y afianzar los lazos creados, también en comunidad.

“Esto es el inicio de una amistad en muchos casos”, confiesa Abásolo. “Nosotros queremos que el intercambio esté presente en Cruces y que los vecinos por la calle digan: ‘Mira, son las profesoras alemanas. Guten morgen!’. Además nos honra que un centro tan grande venga a un instituto tan pequeño como el nuestro. Es una ilusión hecha realidad”, señala la profesora, orgullosa de ver establecida un año más la conexión Cruces-Brühl.