El sirimiri no ha descansado la última mañana de fiestas en el barrio barakaldés de Retuerto, pero la gente no ha renunciado a seguir la celebración hasta el último momento. El día de San Ignacio, con cielos cubiertos y lluvia fina, ha arrancado con dudas. Primero, sobre su habría procesión; y después, sobre si se celebraba el concierto de la Banda Municipal de Música. Pero la incertidumbre se ha resultado rápido y en los dos casos positivamente. El cura ha dado el visto bueno —"Cómo no vamos a salir en procesión, aunque nos llueva, que es el típico tiempo vasco"— y un centenar de personas ha llevado y acompañado, junto a los chistularis, la imagen de San Ignacio por las calles de Retuerto, hasta la plaza Galsúa, en donde se ha ofrecido el aurresku antes de regresar a la iglesia para la misa, con el templo lleno. Mientras, el director de la banda, Alberto García Espina, miraba una y otra vez al cielo y el pronóstico meteorológico en la pantalla del teléfono móvil. A 10 minutos de la hora para el concierto, finalmente ha decidido seguir adelante. Decenas de personas se han unido de inmediato para escuchar a la formación. Sin embargo, el sirimiri no sólo no remitía sino que se ponía más intenso y, al final, con el concierto a medias, no ha quedado más remedio que suspender, con la comprensión y aplauso de los presentes. No han suspendido, con y sin paraguas, los vecinos y visitantes su recorrido por la feria agrícola en la zona peatonal de la calle Norberto Acebal. Con los bares llenos, las terrazas llenas y los puestos con paso constante de público, la fiesta se ha impuesto al sirimiri.
