El Barakaldo Club de Fútbol está partido en dos y la situación no ha mejorado a pesar de que ya han transcurrido cuatro meses desde que estallara la crisis interna que acabó con el despido del entrenador y mánager David Movilla. La prueba ha sido la asamblea anual que se ha celebrado este 11 de julio y en la que se han vivido momentos con gritos, acusaciones, juramentos, advertencias y hasta retos a enfrentarse físicamente en la calle. El salón de actos del polideportivo de Lasesarre se ha llenado, con alrededor de 180 personas, en una sesión en la que directiva encabezada por el presidente Orlando Sáiz ha logrado, de manera muy ajustada y hasta controvertida, la aprobación tanto de las cuentas del año pasado como las de la temporada que viene.
En mitad del alboroto, Orlando Sáiz pretendía seguir adelante y para ello llegaba a retar a que se impugnara la asamblea. Algunas personas, ante la bronca, abandonaban el recinto. Tras señalarlo varios asistentes, el expresidente Alberto Romero planteaba en alto la conveniencia de repetir la votación. Sáiz reconsideraba entonces su negativa inicial. Esta vez, el encargado del conteo era el representante de la Federación Vizcaína de Fútbol. 72 noes y 74 síes, que quedaban consolidados con los siete apoyos de la directiva. Tras una nueva bronca en la discusión sobre el presupuesto para 2017/2018, la votación volvía a otorgar una victoria pírrica a Saiz: 66 rechazos frente a 72 respaldos, más los siete directivos.
Las reclamaciones a la junta por la gestión de la crisis de Movilla se alternaban con los reproches por, antiestatutariamente, no tener auditadas las cuentas ni contar éstas con la firma de todos los directivos —el presidente admitía los incumplimientos y alegaba que tampoco en el pasado se hacía—. Por momentos, el barullo hacía imposible seguir adelante, y por momentos, la bronca subía de decibelios, con descalificaciones a voz en grito entre integrantes de los dos bloques e incluso desde la mesa de directivos, Sáiz incluido, que repetía cómo, a su pesar, la Ertzaintza le había colocado en mayo escolta ante las amenazas. El secretario García alimentaba la tensión: "Esta junta ha sido insultada y zarandeada por algunos de los aquí presentes", espetaba dirigiéndose a parte de los socios situados en las primeras filas.
Superadas las tres horas desde el inicio de la asamblea y superado también el horario de apertura del polideportivo, la asamblea se daba por concluida y, a diferencia de las broncas entre políticos, cada cual salía por su lado sin ningún bar como punto de reencuentro. Las diferencias parecen irreconciliables.