por Adela Estévez Campos
"Esto no es América", fue la respuesta socarrona del secretario del Centro Zamorano,
Ángel Prieto, ante la pregunta de si su asociación planeaba realizar algún acto con motivo de la festividad de Todos los Santos. Y no es extraño, cada vez más este día, que antes se asociaba a visitas al cementerio, castañas, huesos de santo y buñuelos, se ve invadido por las brujas y fantasmas de las innumerables fiestas de Halloween que, potenciadas inicialmente por centros comerciales y discotecas, cuentan ahora con el apoyo entusiasta de colegios e instituciones. El propio centro de información juvenil
Gaztebulegoa de Barakaldo celebraba este 31 de octubre
Halloween con una fiesta y concursos de disfraces, cortos y relatos de terror.
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> 01/11/2010.
Problemas de estacionamiento y gran afluencia de gente en el cementerio el día de Todos los Santos
La celebración en recuerdo de los difuntos tal como se conoce actualmente tiene origen celta y cristiano. Sobre el primero de ellos, la secretaria del Centro Galego remite a
BarakaldoDigital información de su revista 'O xistral': la noche del 31 de octubre comienza el año nuevo celta. El Samaín, como se llama en Galicia, es una palabra de origen gaélico que significa final del verano, principio del invierno.
En la antigua cultura céltica, el tiempo de Samaín era una época clave para reunirse en los cementerios y comer el cerdo comunal. Las puertas del ultramundo se abrían en la noche del 31 y las ánimas podían visitar este mundo y a sus moradores, a veces para rendir cuentas con ellos. Para apartar de sus castros a las almas con ansias de venganza se acostumbraba a poner en lo alto de las murallas las calaveras iluminadas de los enemigos muertos en campaña. De aquí viene la tradición europea de hacer calaveras en la corteza de melones y calabazas. Tradición que se extiende por toda la antigua Europa celta y que permaneció hasta hace pocos años presente en numerosas poblaciones rurales del norte y centro de la península ibérica: Asturias, Aragón, Cantabria, las dos Castillas, La Mancha, León y Galicia (donde en estos momentos se está recuperando con fuerza). La tesorera del Centro Manchego,
Concepción Muñoz, confirma que, en tiempos de su madre, en su pueblo salían a la calle pintados y con máscaras.
En cuanto al origen cristiano, hay distintas versiones, pero la más generalmente aceptada afirma que el Papa Bonifacio IV (año 615) transformó un templo romano dedicado a todos los dioses en iglesia cristiana, consagrándola a todos los santos. La fiesta en honor de este templo se celebraba inicialmente el 13 de mayo, pero el Papa Gregorio III (año 741) la trasladó al 1 de noviembre, fiesta del año nuevo celta. En el año 840, el Papa Gregorio IV ordenó que la festividad de Todos los Santos se celebrara universalmente.
En España, dentro de la tradición católica, es costumbre realizar una visita al cementerio donde yacen los seres queridos ya fallecidos, dejar flores en sus tumbas y rezar por ellos y, como en Euskadi, almorzar en la casa natal con las respectivas familias. Esa es la razón por la que, según cuentan los distintos responsables de las casas regionales de Barakaldo, nunca realizan actos en estas fechas, porque sus asociados, por lo general, se van a sus lugares de origen para ir al cementerio. Aunque el secretario de la Asociación andaluza Hijos de Almáchar,
Pedro Bosque, y el presidente de la de Hijos de Jaén,
Manuel Arroyo, reconocen que la festividad coincide en medio de la organización de otras actividades y sin tiempo para pensar en otras cosas.
El presidente de la Casa de Extremadura,
Cayetano Barroso, cree que en el caso de los extremeños residentes en Barakaldo son pocos los que se desplazan a su comunidad de origen al cementerio, porque la mayoría llevan mucho tiempo asentados en Euskadi y optan por ser enterrados aquí.
Hasta hace unos años era habitual la representación en esta fecha de 'Don Juan Tenorio', que además se emitía indefectiblemente por la televisión pública, una buena práctica que se ha perdido. A los nostálgicos sólo les queda refugiarse en su lectura o en la de la 'Leyenda del Monte de las Ánimas', de Gustavo Adolfo Bécquer, mientras escuchan el 'Don Giovanni' de Mozart o 'Una noche en el Monte Pelado0 de Músorgski (aunque esté ambientada en la noche de San Juan), comiendo castañas y los típicos dulces de estas fiestas: huesos de santo y buñuelos, además de panellets, si son catalanes.