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El Maladian Ballet Biarritz representará "Romeo y Julieta" en el Teatro Barakaldo este fin de semana

• Sábado, día 19, a las 20.00 horas 
El Teatro Barakaldo acoge este fin de semana la actuación del Maladian Ballet Biarritz que representará "Romeo y Julieta" la partitura que Hector Beriloz escribió en 1893 inspirado por la historia de Shakespeare y que cuenta con la coreografía de Thierry Malandain, antiguo bailarín de la ópera de París. La crítica ha señalado que esta pieza es "una de las más logradas y hermosas" de Thierry Malandain.

Nota de prensa

MALANDAIN BALLET BIARRITZ
Presenta
“Romeo y Julieta”

Bailarines:
Ion Miren Aguirre, Aurélien Alberge, Raphaël Canet, Olivier Coëffard, Ellyce Daniele, Frederik Deberdt, Cédric Godefroid, Aureline Guillot, Miyuki Kanéi, Mathilde Labé, Fábio Lopes,
Nuria López Cortes, Silvia Magalhaes, Aranaud Mahouy, Jacob Hernández Martín, Jospéhine Para, Magali Praud, Nathalie Verspecht, Daniel Vizcayo.


Música: Hector Berlioz
Coreografía: Thierry Malandain
Decorado: Jorge Gallardo
Director de producción, diseño de iluminación: Jean-Claude Asquié


En Verona vivían hace tiempo dos familias rivales, los Montesco y los Capuleto. Sus guerras sin fin, fatales para ambas familias, ensangrentaban el suelo de sus palacios. Julieta semeja un rayo bermejo que brilla en una tormenta y Romeo la ama. Estos desgraciados amantes pagarán con sus vidas el fin de los odios seculares que vieron nacer su amor. La sinfonía, compuesta en 1839 por el músico Héctor Berlioz es, ante todo, un homenaje a Shakespeare.

Compuesta en 1839, la sinfonía dramática de Romeo y Julieta debe su existencia a la generosidad del violinista Nicolo Paganini quien, viendo en Berlioz el heredero de Beethoven, le donó 20.000 francos. Aparte del tema: un amor ideal que le ayudaba a evadirse de la triste realidad de su matrimonio con la actriz Harriet Smithson, la obra se enriquece con varias influencias. Ante todo, es un homenaje a Shakespeare cuyo descubrimiento en 1827 tuvo una gran repercusión en su desarrollo artístico.
También es un homenaje a Beethoven. Por último, tras la sinfonía Harold en Italia, escrita en 1834, la partitura recuerda que el compositor pasó un tiempo en Italia como galardonado del Premio de Roma. Después de escribir una sinopsis a partir de las escenas más importantes del drama de Shakespeare, Berlioz confió al poeta Émile Deschamps la redacción de los textos de las partes cantadas. Luego, se puso manos a la obra y lo terminó todo al cabo de siete meses.
Con el título completo de Sinfonía Dramática con Coros, Solos de Canto y Prólogo Recitativo Coral, Compuesta según la Tragedia de Shakespeare, la partitura fue interpretada tres veces en el Conservatorio de París bajo la batuta de su autor, la primera vez el 24 de noviembre de 1839; Paganini, a quien estaba dedicada, nunca la oyó. Más tarde, Berlioz aportará algunas modificaciones, antes de publicar la versión definitiva, en 1847.


En 1966, Maurice Béjart fue uno de los primeros coreógrafos en llevar a la escena el Romeo y Julieta de Berlioz. Al final del espectáculo, una voz en off exclamaba: «¡Haz el amor, no la guerra!». Este eslogan tan evangélico, sigue siendo válido en la actualidad y seguiremos el consejo. Un año más tarde, en 1967, nace en Italia el «arte povera», una aventura artística conceptualizada por el crítico de arte Germano Celant quien, para desafiar a la sociedad de consumo y la deriva mercantil de las corrientes americanas de la época (pop’art, op’art...), favoreció el uso de materiales baratos.
Al utilizar este tipo de materiales para convertirlos en Arte, los artistas del «arte pobre» se dedican a hacer que los objetos más cotidianos adquieran importancia. Algunos vieron en esta iniciativa una referencia a la renuncia de los franciscanos. Yo he seguido esta especie de ascesis artística eligiendo como decorado las cajas de aluminio, y diseñando el vestuario a partir de prendas usadas.
Se me ocurrió esta idea al descubrir en Italia las catacumbas del monasterio de los capuchinos de Palermo. Fueron cavadas en Italia en el siglo XVI, sólo para los monjes. Ser inhumado en ellas se convirtió en una seña de prestigio para la aristocracia siciliana hasta el siglo XIX. En su testamento, los interesados pedían que se les enterrara en ellas con cierto tipo de ropa, o incluso que les cambiaran de ropa cada cierto tiempo. En la actualidad, vano testimonio del carácter universal de la muerte, las catacumbas ofrecen un espectáculo de cuerpos embalsamados vestidos con trajes de diferentes épocas. Estas catacumbas también recuerdan que el tema de la muerte, al igual que el de los funerales, está omnipresente en la creación artística del siglo XIX. Así pues, en 1840, un año después de Romeo y Julieta, Berlioz compuso su Gran Sinfonía Fúnebre y Triunfal. Incluso en el siglo XIX, basándose en la creencia popular de que, por la noche, los muertos bailan en los cementerios, los artistas actualizaban la estética de las danzas macabras medievales. Por ejemplo, en la La Vie dans la mort, Théophile Gautier describe, a modo de danza, cómo se entrelazan el mundo de los muertos y el de los vivos. Pero lo que me llamó la atención es este fragmento de Vie de Rancé de Chateaubriand: «Las danzas se realizan sobre el polvo de los muertos. Las tumbas y las tumbas crecen bajo los pasos de la alegría».
Romeo y Julieta es, sin duda, el odio secular que existe entre las dos familias más poderosas de Verona, los Montesco y los Capuleto. Por supuesto, es también el destino funesto de dos amantes inocentes. Y, aunque esta historia de amor mítica llamó la atención de Berlioz por encima de todas las demás, a diferencia del ballet Romeo y Julieta de Serge Prokofiev, La Sinfonía Dramática para Solistas, Coro y Orquesta no sigue al pie de la letra el relato de Shakespeare. Incluso omite algunos pasajes. Mientras que las partes puramente orquestales transmiten las emociones, es el coro quien describe los hechos. De este modo, en la introducción, Berlioz hace una especie de índice de las siguientes escenas, tras lo cual presenta algunos momentos esperados como el baile en casa de los Capuleto, el dúo de amor o incluso la muerte de los dos amantes. La obra acaba con un resumen explicativo que permite a Frère Laurent revelar a todos lo que ha sucedido. He elegido comenzar por esta última parte en la que vemos a Romeo y Julieta tumbados. Una escena conjugada en plural, porque todos saben que el teatro de Shakespeare se llamaba «The Globe»; para que veamos a todo el mundo en el escenario, pero también porque el amor de Romeo y Julieta restablece la harmonía del mundo; a veces de trata de los Romeos y las Julietas. Por último, como era difícil compaginar la partitura de Berlioz con la prueba de la danza, como hizo el propio compositor, el espectáculo es una especie de comentario libre que intenta levantar la piedra de un sueño que era demasiado hermoso.
Thierry Malandain
Coreógrafo