Por la Asociación Vasca de Patrimonio Industrial y Obra Pública
Cierto que estas relaciones comerciales fueron muy provechosas para los británicos, pero es también incuestionable que a algunos de los miembros de la burguesía industrial vizcaína, como a la familia Ibarra o a Sir Ramón de la Sota, les originaron buenos negocios, y supusieron un gran impulso para la industrialización del País Vasco.
Con los ingleses llegó el futbol, el Arts and Crafts y las garden-city. La primera de éstas la construyó en el barrio de Lutxana en Barakaldo la compañía Orconera Iron Ore en los últimos años del siglo XIX, bajo la supervisión de su director William Gill. Se trataba de un conjunto residencial y fabril que comprendía además un extenso parque con un palacete central, talleres, oficinas, cine e instalaciones deportivas; un modelo urbano que intentaba conjugar el desarrollo industrial y unas óptimas condiciones de vida desde el punto de vista medioambiental. El barrio de Orconera se iba a constituir en un referente de la cultura urbana y en el primer antecedente de Casas Baratas, construidas veinte años después, una extraordinaria conquista de la clase obrera vizcaína y que obtendría una gran trascendencia en el devenir histórico de la vivienda obrera de Bizkaia antes de la Guerra Civil. En los chalés residieron empleados cualificados de la compañía como George Edward Wolf.
Lamentablemente, hace pocos días el Ayuntamiento de Barakaldo permitía el derribo del único edificio existente de la antigua colonia de Orconera, primer ejemplo de “garden-city” construido en el País Vasco del siglo XIX, una vivienda que se había comprometido a preservar tras la demolición hace tres años de las otras cuatro conservadas. Con el derribo se perdía también buena parte de la memoria histórica del Barakaldo minero e industrial y de la cualificada presencia inglesa. El municipio, que pretende actualmente incorporarse y competir en una economía globalizada, ha sido incapaz en pleno siglo XXI de plantear un urbanismo sostenible y de proteger y conservar las señas de identidad que le facilitaron asociarse al impulso de la industrialización y a la modernidad de su urbanismo hace un siglo.
La Asociación Vasca de Patrimonio Industrial y Obra Pública, que durante los últimos ocho años ha intentado convencer a los responsables políticos de la importancia de preservar este importante legado urbanístico de la presencia inglesa en el proceso de industrialización del País Vasco, lamenta profundamente su destrucción gratuita.