El combo mixto vizcaíno ahonda en el desparrame en una reválida psicótica de rocanrol sin aditivos, blues de malas hierbas y garaje urbano. Nuestros protagonistas propenden a lo campero y su foto lo demuestra. No obstante, su génesis es fabril. «Nos juntamos en Barakaldo, en 2002, porque estábamos asqueados de que montar un grupo se relacionara siempre con plagiar, aburrir o ser un virtuoso de un instrumento». Se bautizaron así porque «somos pánikos, adoradores de Pan». Sigue leyendo
El combo mixto vizcaíno ahonda en el desparrame en una reválida psicótica de rocanrol sin aditivos, blues de malas hierbas y garaje urbano. Nuestros protagonistas propenden a lo campero y su foto lo demuestra. No obstante, su génesis es fabril. «Nos juntamos en Barakaldo, en 2002, porque estábamos asqueados de que montar un grupo se relacionara siempre con plagiar, aburrir o ser un virtuoso de un instrumento». Se bautizaron así porque «somos pánikos, adoradores de Pan». Sigue leyendo