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El hospital de Cruces se queda sin el equipo contra el cáncer de 28 millones donado por Amancio Ortega

Comunicado del Gobierno Vasco. Euskadi dispondrá, en el plazo aproximado de un año, de un moderno equipo de radioterapia de protones para el tratamiento del cáncer. El nuevo equipo, valorado en 28 millones de euros y donado por la Fundación Amancio Ortega, permite tratar algunos tumores de manera muy localizada y precisa, evitando irradiar tejidos sanos de alrededor.

El Departamento de Salud del Gobierno Vasco presentó dos propuestas diferentes para concretar la instalación del nuevo equipo en Euskadi y dar cumplimiento al convenio de colaboración firmado el pasado 20 de octubre por el Departamento de Salud, el Ministerio de Sanidad y la Fundación Amancio Ortega para la instalación de 10 máquinas de protonterapia repartidas en diferentes comunidades autónomas.  

Las propuestas de Euskadi estaban vinculadas al Hospital de Cruces y a Onkologikoa (Donostia-San Sebastián). Ayer, tras un proceso de deliberación entre las Comunidades Autónomas, el Ministerio de Salud y la Fundación para determinar la ubicación geográfica de las 10 máquinas de protonterapia, se estableció que la de Euskadi estará ubicada junto a Onkologikoa, en una parcela propiedad de Osakidetza. 

Esta máquina, que gestionará Osakidetza, será referencia para la asistencia sanitaria de la población de Euskadi, de Navarra, La Rioja, Cantabria y las provincias de Burgos y Soria de Castilla y León.

El acuerdo establece que Euskadi se encargará de realizar la inversión necesaria para para la construcción del edificio que lo albergará, su instalación y puesta en funcionamiento, lo que supondrá una inversión de unos 3 millones de euros; llevará adelante los planes de formación para el personal implicado, realizará el mantenimiento y pondrá en funcionamiento el nuevo dispositivo en el plazo aproximado de 12 meses.

La protonterapia es una modalidad especial de radioterapia que está implantada en muy pocos lugares y que utiliza protones en vez de rayos X o electrones. Estos permiten una liberación más localizada de la radiación, lo que comporta una mejor distribución de la dosis y una menor irradiación del tejido sano circundante disminuyendo los efectos adversos tardíos en los órganos y tejidos que rodean al tumor y reduciendo el riesgo de desarrollar segundos tumores. Esto adquiere especial relevancia en los pacientes con larga supervivencia, especialmente en la población pediátrica.