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Opinión | ¿Podremos afrontar la factura de la Naturaleza?

Cartel sobre el vertido de escombros en Lutxana

Por Estefania Escribano y Begoña Rodriguez / grupo ecologista Eguzki


"El modelo de gestión de residuos promovido por la Administración en Bizkaia ha inculcado la premisa de 'tú echa y no te preocupes. Modelo Zabalgarbi"

Los desechos lanzados por gente sin civismo alguno a las riberas de nuestros ríos, montes y espacios naturales, y perpetuados por una Administración sin sensiblidad son el alimento de nuestros peces (de río y de mar), de las aves marinas, de nuestra flora y fauna. No es una opinión, es una realidad. El modelo de gestión de residuos promovido por la Administración en Bizkaia ha inculcado la premisa de "tú echa y no te preocupes. Modelo Zabalgarbi". Pues bien, no hay día que no nos topemos con restos de obra, de coches, de supermercados, de lo que sea; que no nos los encontremos en nuestros montes, senderos , riberas y cuencas de los ríos. Sus autores, personas que tienen absolutamente interiorizada esta premisa. El problema, la desidia de la Administración a la hora de actuar. La consecuencia, la contaminación de tierras y aguas, ya sea por toxicidad de los elementos arrojados, ya sea por degradación de los materiales.


Este fin de semana, desde la Margen Derecha nos han hecho llegar testimonios gráficos de materiales de diverso tipo lanzados en el entorno del río Gobelas en el barrio de Lamiako. En anteriores, hemos denunciado en Bilbao, en Barakaldo, en Trapagaran, en Sestao. Da igual, la Administración pondrá en marcha su campaña por la separación selectiva de los residuos, pero si esto no se acompaña de agilidad en la actuación contra esos vertederos incontrolados, no resultan muy creíbles.

Y decimos Administración porque éste es un tema en el que no se debe hablar con mentalidad de departamentos estancos, sino de vasos comunicantes, al igual que hace la contaminación que provocan estos residuos. Empieza en un municipio, se filtra a la tierra y las escorrentías lo llevan a arroyos que confluyen en los ríos y, al final, al mar. O simplemente, gracias a quienes lo arrojan a las riberas, el trayecto es más corto del río al mar, que a su vez lo devuelve a tierra y así en un bucle sin fin. En definitiva, al final socializamos toda esa contaminación y luego nos alarmamos por la detección de niveles de toxicidad en peces.

Mientras tanto, nos encontramos con Ayuntamientos que dicen haber abierto algún expediente, que si la competencia es de esta u otra Administración, de si el terreno donde se ha detectado el problema es particular, que si a partir de este centímetro ya no me toca a mí. Y eso en el caso de que diga algo. Mientras tanto, los materiales arrojados para su degradación sin control se perpetúan hasta que nuestra mirada se acostumbra tanto que forma parte de la naturalidad de un paisaje cada vez más desnaturalizado.

¿Acaso no sería más lógico proceder a la retirada del residuo y luego discutir a quién le corresponde la factura? ¿Acaso, no sería más lógico dotar de recursos humanos y económicos la vigilancia y preservación de nuestros espacios naturales, que pagar el alto coste de esta lamentable huella ecológica? ¡Ah, claro! No hay dinero, lo hemos llevado al TAV, a la Variante Sur Ferroviaria, a la incineradora de Zubieta, a las hipotecas de la SuperSur y Zabalgarbi, y todo en aras a la ¿sostenibilidad?