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El Correo | Vodevil tóxico

El lindane es como una chaqueta negra bien cortada: algo que no pasa de moda. En los noventa, bastaba con que un caniche tratase de enterrar un hueso en un jardín de Barakaldo para que brotase del suelo la sombra venenosa del plaguicida. Veinte años después, en Bilbao la construcción del principal pabellón de deportes de la ciudad se retrasa porque el terreno sobre el que debe edificarse aparece infectado de lindane. Sigue leyendo