Comunicado
2020. Un año para recordar
- La pandemia supone una pérdida de derechos y calidad de vida a las personas mayores.
- Debemos reaccionar con los medios que disponemos y revertir la situación.
- Pedimos a las administraciones compromisos firmes para rectificar el actual estado de cosas poniendo los medios suficientes
El desastre que está suponiendo la pandemia para el conjunto de la sociedad y la economía no puede ocultar que está afectando especialmente a las personas mayores y no solo porque seamos personas de riesgo por la edad y las enfermedades.
La pandemia está sirviendo también para imponer o acelerar nuevas formas de relación con la ciudadanía, de los servicios públicos y algunos privados, como la banca, que son especialmente discriminatorias por excluyentes para las personas mayores.
El hecho de que haya sido una situación que nunca se ha vivido no debe impedir que seamos críticos con la actuación o la pasividad de quienes son responsables de la gestión de los servicios públicos y de la regulación de los servicios privados.
No podemos asumir como práctica habitual que el médico de familia recete por teléfono, las citas se retrasen varios días, que no tengan sustitutos…
No podemos aceptar que los mayores para hacer una extracción o una prueba de COVID tengan que hacer largas colas esperando en la calle, con frío y lluvia.
No podemos dar por bueno que las consultas a los especialistas se cambien por llamadas telefónicas y se pierda el contacto personal.
No es de recibo que, en las residencias de mayores, a la espera de la vacunación a residentes y trabajadores, no se hayan tomado medidas organizativas, sanitarias y de incremento de personal adecuadas para frenar la sangría de muertes de mayores.
No es aceptable que se retrasen controles del cáncer de mama o de colon.
No estamos de acuerdo con que se permita que cajas y bancos cierren sucursales hasta el punto de provocar colas de 30 y 40 personas en las que dejan abiertas ni tampoco que limiten los horarios para los trámites o lleven a cabo el incremento y extensión indiscriminada del cobro de comisiones que alcanzan hasta para sacar o ingresar dinero e incluso (!) por gestionar sus cuentas por internet.
No compartimos cómo se están organizando las administraciones públicas estatales, autonómicas o locales. Todas están “desaparecidas”.
Seguridad Social, cerrado, no funciona el teléfono, la web se colapsa, no acepta correos…
En Lanbide, teléfonos que no contestan, nadie da la cara y los mayores totalmente desprotegidos.
Ayuntamientos o centros cívicos, atención al público, etc. Enormes dificultades para contactar. Entendemos que se puede trabajar con el teléfono, pero no dejar descolgado al resto de la sociedad. Es más cuestionable lo comentado, cuando a la vez los profesores están dando la cara con los centros educativos abiertos y los estudiantes asistiendo.
No se puede marginar a las personas mayores por no tener los conocimientos de Internet necesarios para conseguir una consulta telefónica con cualquier administración.
No podemos aceptar que se esté cuestionando la subida de las pensiones al menos con el IPC, añadiendo otros indicadores.
No se puede esperar más a situar las pensiones mínimas por encima del límite del umbral de la pobreza y hacia la equiparación con el SMI.
Somos conocedores de que muchas de las cosas que denunciamos son fruto de los recortes presupuestarios que se han venido realizando estos años atrás en las plantillas de empleados públicos por eso hacemos un doble llamamiento:
A los poderes públicos, especialmente a los que gestionan los servicios públicos que más no afectan (Osakidetza, Atención a la dependencia, etc.) para que, en estos momentos de reconstrucción, dediquen los presupuestos a paliar lo que denunciamos.
A las personas mayores, para que analicemos los hechos que realizan o la inacción de nuestros gobernantes, tomemos nota y se lo hagamos saber desde la movilización y resto de herramientas que como ciudadanos y ciudadanas tenemos a nuestra disposición. Somos muchas las personas mayores y tenemos que seguir haciéndonos oír.