por María José Cantalapiedra
"Llevar la iniciativa Mechones Solidarios al colegio Rontegi el día de su fiesta deja un poso de solidaridad impregnado en sus instalaciones y en las personas que las transitan" |
La comunidad educativa tiene a veces poca conciencia —también en ocasiones pocos recursos— de su capacidad tractora en un municipio. Además de las clases regladas, que ya de por sí influyen de manera decisiva en la visión del mundo, en el comportamiento, en las expectativas vitales y en los criterios morales del alumnado, hacer suyos, involucrar a todos los miembros de dicha comunidad en determinadas actividades, educa de una forma increíblemente eficaz.
Si en la fiesta de fin de curso de tu colegio cortas tu melena o se la cortan tus familiares, tus amigos, para donarla y que con ese pelo fabriquen pelucas que se ofrecen gratis a las niñas que sufren cáncer, nunca vas a olvidar ese momento. No vas a olvidar la enfermedad y no vas a olvidar la solidaridad. Dicen que una imagen vale más que mil palabras. Me atrevería a decir que una acción vale más que mil imágenes.
Las escuelas cuentan con la ventaja de que reúnen personas de distintas generaciones, de distintos niveles educativos, económicos, sociales, culturales. Y por otro lado, en pocos lugares como en la escuela se piensa en el futuro, se piensa a largo plazo, porque se trabaja, una y otra vez, con la infancia, la niñez, la adolescencia, y otra vez la infancia, cuando aún todo es posible. Llevar la iniciativa Mechones Solidarios al colegio Rontegi el día de su fiesta deja un poso de solidaridad impregnado en sus instalaciones y en las personas que las transitan. Y no hace falta dar un discurso. Sólo cortarse la melena.