Mariela Estévez Campos | Fotos: Leo Cobo
• Según las estadísticas, en Barakaldo hay, al menos, entre 1.000 y 6.000 mujeres y hombres homosexuales, pero sólo Adora Nieto se ha mostrado dispuesta a esta entrevista •
Descubrió su orientación sexual cuando, todavía adolescente, estudiaba en Barakaldo y recuerda con afecto el apoyo de sus profesores del
instituto de Cruces que le recomendaban lecturas, le permitían hacer de varón en las funciones colegiales o escoger a una compañera para hacer gimnasia. “De una manera muy femenina”
Adora Nieto supo que era lesbiana. “Me di cuenta de que estaba enamorada y tuve la enorme suerte de ser correspondida”. Pero el proceso de aceptación no acaba nunca y es fatigoso explicarse continuamente, primero ante familia y amigos, y luego con conocidos o compañeros de trabajo. La situación ha mejorado mucho aunque todavía diste de estar normalizada.
La casa madrileña de la psicóloga barakaldesa Adoratriz Nieto Moreno (1969) y su esposa Esther (1976), bióloga y profesora de universidad, es una metáfora de lo que debería representar una relación de pareja.
Desde que la puerta se abre, todo es luz, color, amor y cordialidad hacia los que llegan. En un luminoso cuarto piso, la sala, pintada en un alegre color naranja se abre a una terraza desde la que se ve aquel pirulí que en
la canción de Víctor Manuel servía para ver “un país que anda descubriendo cómo es”.
El apoyo familiar se hace evidente cuando se repara en los dos cojines que reposan sobre el sofá con sendos mensajes de los sobrinos de la barakaldesa. “Tía Adora y tía Esther”, en uno, y “Te quiero tía Adora, tía Esther, ama, abela, abelo”, en el otro.
Se casaron el 23 de junio de 2012 después de varios años de convivencia y, aunque cuestionan la política del expresidente José Luis Zapatero (PSOE) en muchos aspectos, están muy agradecidas por su empeño en llevar adelante la ley que permite casarse a los gais. “El matrimonio impide que puedan cuestionarte”, dice Esther. “La ley nos ha otorgado protección legal y la posibilidad de ser reconocidas públicamente”.
El estar casadas no impidió sin embargo que les negaran un proceso de inseminación artificial. Sentadas en la sala de espera de un centro público madrileño y tras levantarse ambas a la llamada de “Esther y marido”, el ginecólogo les comunicó, al ver que se encontraba ante una pareja de mujeres, que no tenían derecho a recibir de la Seguridad Social el tratamiento. El argumento para negárselo fue que no había ningún problema para concebir ya que podían hacerlo teniendo relaciones con un hombre. En cada región es diferente. En Euskadi es más fácil para las lesbianas.
El amor es evidente entre ellas, que se prodigan continuas muestras de cariño mientras hablan. Sin embargo, Esther es muy poco dada a demostraciones públicas de afecto, pero si alguien las mira con extrañeza cuando van por la calle de la mano, besa a Adora “para educar a la gente”.
El hecho de que estén casadas causa cada vez menos extrañeza y rechazo, aunque todavía son frecuentes las preguntas sobre dónde está su marido o sobre si son hermanas. “Sigo saliendo del armario constantemente”, afirma Adora Nieto.
La realidad es que parte de la sociedad aún se resiste a aceptarlas con normalidad. En las dos visitas de Adora al hospital, la última hace unos días para ser operada del menisco, ha tenido que volver a salir del armario para justificar su derecho a permanecer con su esposa. “Si eres heterosexual nunca te cuestionan, se sobreentiende que eres la pareja y punto”.
El trabajo de hacer visibles a gais y lesbianas es muy importante para ellas porque —dicen— es más fácil aceptar la homosexualidad cuando se conoce a más personas con esta orientación.
La salida del armario de personajes famosos y el cine y la televisión juegan un destacado papel en la normalización, pero Adora y Esther se muestran contrarias a “sacar a la gente del armario a empujones”. Opinan que la visibilidad no debe ser obligatoria porque todavía existe rechazo y cada uno debe ser libre de vivir su vida como quiera.
El peor año. Mirando hacia una anteiglesia en la que, todavía en el año 2014, no existe una asociación de gais, lesbianas y transexuales, ni locales en los que puedan reunirse, Adora reconoce que su adolescencia fue, en muchos aspectos, afortunada.
Frente a lo que ocurría en otras ciudades vascas, en Barakaldo existía en los años setenta un importante movimiento de izquierda que facilitaba la posibilidad —“en los centros públicos, que no en los privados”— de vivir su sexualidad con relativa tranquilidad.
“En mi clase había muchos gais y nos juntábamos. No sabíamos por qué nos juntábamos pero lo hacíamos. Otras personas no han tenido esa posibilidad, soy afortunada”, recalca.
Recuerda con tristeza el rechazo que encontró entre el profesorado el breve período que estudió en los Salesianos de Barakaldo. “El peor año de mi vida”, dice con contundencia.
Tampoco en los estudios superiores encontró total satisfacción. A pesar de considerar muy positiva su experiencia universitaria, época en la que creó con otros compañeros un grupo en defensa de los derechos de lesbianas, gais, bisexuales y transexuales (LGBT), lamenta cómo fue castigada con el desprecio y el vacío por algunos de sus compañeros por vivir públicamente su lesbianismo.
Los tópicos y los prejuicios persiguen a las mujeres y más a las homosexuales. “Yo estoy casada y soy fiel a mi pareja, y como yo hay muchos y muchas más; sin embargo tengo amigas heterosexuales que cambian continuamente de pareja sexual”, señala en torno al mito de la promiscuidad.
Pero sí acepta que para una lesbiana todo es mucho más difícil que para un gay. “Se sufre mucho más. Es una cuestión de poder. Las mujeres, independientemente de su orientación sexual, siguen estando marginadas en una sociedad patriarcal en la que ocupan un papel secundario”, afirma preocupada por el “retroceso” en España de los derechos de la mujer y la persistencia de la persecución social e incluso penal —con castigo de muerte— en muchos países.
Afortunadamente para ella, su madre le enseñó que la mentira no vale y tanto su padre como su madre siempre le permitieron ser lo que quiere ser.
Un armario blindado
A través de asociaciones de mujeres y de grupos lésbicos de Euskadi. Por medio de redes sociales y de los partidos políticos. BarakaldoDigital buscó durante semanas a lesbianas barakaldesas que accediesen a esta entrevista, pero fue imposible hasta que encontró a Adora Nieto. Todavía hay mucho trabajo por hacer, afirma esta psicóloga. “Si no ha querido ninguna es porque tienen buenas razones para no exponerse en público”.
En los años cincuenta, el
informe Kinsey cifraba entre el 5% y el 10% el porcentaje de gais respecto a la población total. En la actualidad, los estudios se mueven en el intervalo del 1% al 3%, aunque la
Federación de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales de España apunta a un 6%. En una población como Barakaldo, supone entre 1.000 y 6.000 mujeres y hombres homosexuales, una cantidad suficiente como para cuestionarse la ausencia de una asociación, la carencia de locales en los que reunirse o la disponibilidad para aparecer en una entrevista a pocos días del 28 de junio, el Día del Orgullo Gay.