por Adela Estévez Campos
El próximo año se cumplirán 75 años del nacimiento del grupo Los Chimberos, que fue creado en 1939 por el bilbaíno Goyo Nadal. Como cuenta Itziar Álvarez, hija de ‘Baldo’, uno de los barakaldeses históricos de la agrupación, los fundadores tomaron para su nombre el apodo tradicional de los bilbaínos, que a su vez proviene del chimbo, un pájaro antaño muy abundante en la zona. Aunque por el conjunto fueron pasando distintos componentes, éste contó siempre entre sus filas con músicos barakaldeses que llevaron con orgullo por el mundo su condición de tales, incorporando al repertorio del grupo canciones que así lo proclamaban. ‘De Barakaldo, jolín’, ‘Agur, Barakaldo, agur’ o ‘Estampa barakaldesa’ son algunas de estas piezas compuestas o armonizadas por ellos en honor a la anteiglesia. En sus años de mayor popularidad, la agrupación estaba integrada por Baldomero Álvarez, ‘Baldo’, de la calle Zaballa; Jesús Ibarra, ‘Narru’, de la calle Arrandi; Iñaki Mangado, de Káriga y el madrileño Josechu Ferrer.
Los seguidores más jóvenes de ‘Vaya Semanita’ probablemente no habrán oído hablar nunca de este grupo y de las piezas que interpretaban, las tradicionalmente conocidas como ‘bilbainadas’, aunque el barakaldés Agustín de Velasco, autor del libro ‘Bilbao, la ría y sus canciones’, se oponga a esta denominación ya que, como afirma, se trata de un apelativo que agrupa canciones populares no sólo de Bilbao, sino también de otros muchos lugares de la comarca. Los jóvenes, por lo tanto, desconocerán que la canción que entonan (o desentonan) los personajes de ‘La Cuadrilla’ —‘Un inglés vino a Bilbao’ —pertenecía al repertorio habitual de Los Chimberos y de Los Bocheros, Los Txikis o Los Cinco Bilbaínos, conjuntos que alcanzaron una gran popularidad en los años cincuenta interpretando las canciones populares que cantaban las cuadrillas cuando salían de chiquiteo.
La Vuelta. Leli Martínez, viuda de Jesús Ibarra; e Itziar Álvarez, hija de 'Baldo', dos de los componentes de la agrupación, resumen lo que fueron los años triunfales de Los Chimberos: durante cuatro años trabajaron en la caravana publicitaria que acompañaba a la Vuelta Ciclista a España. Realizaron giras por toda España y por distintos países de Europa (Suiza, Holanda, Alemania o Bélgica) y América, en donde recorrieron prácticamente todos los países latinos y llegaron a actuar en el Waldorf Astoria de Nueva York. Compartieron escenario con Marifé de Triana, Luis Mariano, Estrellita Castro, Carmen Sevilla, Antoñita Moreno y otras muchas estrellas de la época. Actuaron en las revistas de Antonio Garisa y grabaron infinidad de discos.
Iñaki Mangado llegó al grupo en 1955 después de actuar como solista en varias formaciones de Argentina y el madrileño Josechu Ferrer se incorporó cuando se instalaron en la capital. Pero los seguidores del conjunto, entre los que se cuenta Agustín de Velasco o se encontraba el cronista barakaldés Carlos Ibáñez, son unánimes al considerar que, por el tiempo que permanecieron vinculados a Los Chimberos, por sus aportaciones en la composición y armonización de piezas para el archivo musical de la agrupación y por la personalidad arrolladora de ambos, ‘Baldo’ y ‘Narru’ constituyeron durante muchos años el alma de la entidad.
Baldomero Álvarez, ‘Baldo’, al que alguna vez confundieron con Manolete, por su nariz prominente y por su extrema delgadez (sobre ello dice un amigo de Narru, Juan Garde, que lo conoció, que pesaba la chapela más que él), nació en 1926 y pasó su niñez, como relata su hija Itziar, en el bar que su padre tenía en la calle Zaballa. Inició sus estudios musicales e ingresó en la Schola Cantorum y en el sexteto Beti-Jai-Alai, ambos de la anteiglesia, antes de recalar en Los Chimberos, en 1953, en donde continuaría hasta su disolución en los años ochenta.
Ante el Madison Square Garden |
Siguió siempre estrechamente vinculado a la anteiglesia a donde viajaba todos los años, como recuerda Carlos Ibáñez en su libro ‘Populares barakaldeses’, aprovechando para dar rienda suelta a la otra pasión que, con la música y Barakaldo, llenó su vida: el montañismo (era el socio número cinco del Grupo Alpino Turista barakaldés). Hasta su fallecimiento en 2010, participaba con Carlos Ibáñez, que escribía las letras, en los concursos de bilbainadas de Aste Nagusia.
Jesús Ibarra, ‘Narru’, aunque nacido en Igorre en 1927, llegó con pocos días a la calle Arrandi de Barakaldo. Su padre y su tío, que no tenían estudios musicales, le habían enseñado a tocar el acordeón y a los 20 años empezó a compaginar su trabajo como obrero metalúrgico en un taller con la música profesional. Tocó en el Trío Brasil y con las Hermanas Lombide hasta que, en 1949, se unió a Los Chimberos.
Baldo, con el alcalde de Bilbao, Iñaki Azkuna |
Bego Garde, que toca en el grupo Folk On Crest, y su padre, Juan, que lo conocieron, además de como chimbero, en la faceta de profesor (dio clase a los cuatro hijos de la familia, uno de los cuales ganó dos veces el premio Reina Sofía), lo recuerdan como un hombre entrañable, excelente profesor y buena gente. Juan Garde, amigo personal de Ibarra, relata que el sobrenombre de ‘Narru’ lo adoptó en los tiempos en los que jugaba al frontón, de un pelotari de los años treinta; cuenta que las canciones que escribía narraban historias reales de gente conocida y cómo en las actuaciones era siempre Baldo el encargado de dar el grito de ‘Aupa Narru’.
En los Andes, en Chile, en 1961 |
Agustín de Velasco se lamenta de que estas piezas se estén perdiendo, de que ya no haya grupos que las interpreten, ni las cuadrillas se reúnan para cantarlas. Lo achaca a que los hábitos de vida han cambiado, a que antes la gente estaba más unida al trabajo en la tierra y la industria; y su única ocupación era beber y cantar. Ahora, dice, “las ocupaciones y los vicios son otros”. Y sostiene que, aunque el concurso de bilbainadas organizado todos los años intente mantener viva la llama, “si no salen espontáneamente del pueblo, nunca tendrán éxito, porque carecerán de identidad”.
Baldo, en la Schola Cantorum |