Por Koldo Llorente
Txomin Ansola es investigador de cine y vecino de Barakaldo. En una entrevista en exclusiva para Barakaldo Digital, Ansola explica la evolución que ha tenido el cine en Barakaldo desde sus orígenes y hace especial hincapié en que el cine ya no es esa única forma de ocio que había antes. Además, da a conocer sus libros 'Del taller a la fábrica de sueños' y 'Cinematógrafos barakaldeses'.
Trabajos de Txomin Ansola
> Libro. 'Cinematógrafos baracaldeses. Crónica de cien años de historia (1904-2004)'
> Libro. 'Del taller a la fábrica de sueños : el cine en una ciudad industrial: Barakaldo (1904-1937)'
> Artículo. 'Crisis y recuperación de la exhibición cinematográfica en Barakaldo (1980-1997)'
> Artículo. 'Días de cine y rosas' en la exhibición cinematográfica de Barakaldo (1955-1966)'
Archivo | > 8/1/2011. Barakaldo tiene casi el triple de salas de cine que hace 50 años pero un 30% menos butacas
Pregunta. ¿Cuándo ha vivido el cine su mejor momento en Barakaldo?
Respuesta. El momento de máximo esplendor del cine en Barakaldo es entre la mitad de la década de los cincuenta y mitad de la década de los sesenta. A partir de ese momento empieza un declive, lento pero constante, de la desaparición de los cines y de los espectadores. Esta crisis tiene su punto de inflexión a finales de los setenta cuando entra el vídeo en los hogares de los españoles y de los barakaldeses.
R. Se podría decir que el vídeo es la cristalización de la crisis. La crisis comienza en la década de los sesenta como consecuencia del desarrollismo económico. A partir de ese momento empieza a haber una serie de cambios en la sociedad española con dos elementos fundamentales que pueden servir de emblema: el televisor y el automóvil. Tanto uno como otro permitieron ampliar las zonas de ocio.
En la década de los setenta empieza el declive. Ese declive tuvo un primer momento agudo al final de la década. Fueron unos años en los que parecía que la situación volvía a establecerse, pero no fue más que un espejismo. A partir de la década de los ochenta, cuando la crisis ya se había manifestado y tanto el número de espectadores como el de las salas había disminuido, llega el vídeo y la crisis se expandió.
A final de la década de los ochenta y principios de los noventa el cine tiene un momento de rebrote. Esa recuperación está ligada a las nuevas formas de exhibición: el cine fuera de los cascos urbanos, sobre todo en centros comerciales y de ocio. En esta etapa el cine volvió a recuperar una parte pequeña de su esplendor perdido.
P. ¿Cuándo se recuperó el cine en Barakaldo?
R. Aquí en Barakaldo el cine volvió a recuperarse en 1994 cuando se abrieron los cines en Max Center. De todas formas, el cine ya había perdido personalidad. Antes las salas te las encontrabas paseando por la ciudad y si te apetecía entrabas, como quien entra en un bar a tomarse un café. El cine perdió el carácter de icono que era en la ciudad y pasó a ser una oferta más de ocio, con su presencia casi diluida.
P. ¿Cuál es la situación actual del cine en Barakaldo?
R. Si tenemos en cuenta las salas que hay, las de Yelmo y Max Ocio, podríamos decir en principio que es una situación buena, aunque en realidad no lo es porque ha perdido ese carácter de espectáculo cotidiano que tenía antes. Además, están fuera del casco urbano y a mucha gente le exige andar mucho o coger un medio de transporte para ir. Aparte de eso, el cine ya no es una rutina como lo era antes, el precio de las entradas está por encima del precio de la vida.
P. ¿Por qué cree que no hay ningún cine en el centro del municipio?
R. El cine dentro de las ciudades cada vez se ve menos. Cuando abrieron los cines de Max Center cerraron los Duplex que no se encontraban en buenas condiciones. Había goteras y faltaban butacas. Si no cuidas el negocio, tarde o temprano tienes que cerrar. En Bilbao es la misma historia, la zona del casco urbano tiene el negocio del cine muerto.
P. ¿La creación de los cines Yelmo ha sido el motivo de la decadencia de los Max Ocio?
R. Los dos cines dan las mismas películas y la gente se reparte, el público es el mismo. Además, los espectadores que van a estos cines no son un público exclusivamente de Barakaldo, sino del área metropolitana de Bilbao. Sí que es verdad que cuando se crearon los cines Yelmo, la masa de espectadores se dividió en dos. Además, al proyectar las mismas películas en un cine y en otro, la gente se va al que le queda más a mano.
P. ¿Es distinto el interés de los barakaldeses por el cine hoy en día? ¿Tienen otra forma de entretenimiento?
R. Hay que tener en cuenta un hecho clave. Antes era, prácticamente, no la única diversión, pero sí la diversión que congregaba el mayor número de espectadores. El cine ha tenido que competir con otras formas de ocio como lo son la televisión o Internet. Las discotecas han sido un elemento clave también, sobre todo en los jóvenes. Los espectáculos más codiciados eran el fútbol, los toros y el cine, este último además era el más barato. Los precios estaban además controlados por el Estado. Eso multiplicaba la frecuencia con la que la gente iba al cine. Uno iba dando vueltas por la ciudad y decía “esta peli tiene buena pinta voy a entrar”. Hoy en día no te encuentras un cine dando un paseo por la calle. Además no era sólo cine, albergaba otros espectáculos de tipo teatral.
El cine se ha ido acomodando a las necesidades de la sociedad, ofreciendo distintos espectáculos aparte del cine. Cuando llega el cine sonoro, se podría decir que se rompe ese esquema y expulsa completamente al resto de los espectáculos. Ir al cine se convierte ya en ir a ver una película o un documental. Además, igual entrabas al cine a las cinco de la tarde y salías a las doce de la noche, no tenías nada mejor que hacer. El cine era algo mágico, había peleas para conseguir una entrada.
Hoy en día el cine te lo encuentras en todos los sitios, en la tele o en el móvil.
P. En los años ochenta había un cineclub y una asociación de cine en Barakaldo. ¿Cómo se vivía esa experiencia?
R. Eso fue entre 1975 y 1982. El cineclub que cubría esa franja temporal fue el cineclub Paúles que después se pasaría a llamar Nosferatu. Fue una época gloriosa. El aforo que quedaba al final de las películas debatía sobre éstas para darle vueltas y más vueltas a la situación política y social de la época. El cineclub Paúles vivió unos momentos de esplendor en sus años increíble. Casi cualquier persona que disfrutó en su día de este cineclub te va a hablar sobre él de una forma tanto nostálgica como admirativa por las películas que se pudieron ver en su día. Además, el Nosferatu desapareció en su momento de máximo esplendor.
P. ¿Por qué desapareció?
R. La sala era del colegio, de los curas, y no les gustaban las películas que se proyectaban. Al final se cerró.
P. ¿Conoce a alguien que siga haciendo cine aquí, en Barakaldo?
R. Ha habido algunos intentos de hacer cine. El único que podría nombrarse es Iñaki Arteta. Se ha centrado bastante en temas de documentales, tiene cuatro largometrajes documentales y algún cortometraje, pero nada más.
P. ¿Qué opina sobre los precios de las entradas?
R. Hay un debate muy profundo con este tema. En otros sectores o actividades económicas cuando no se vende un producto se baja el precio. Aquí es al revés, cada vez hay menos espectadores y las entradas cada vez son más caras. Esto provoca que la masa de espectadores cada vez sea más pequeña. Los precios se disparan y suben por encima de la inflación. Los empresarios argumentan que el cine sigue siendo un espectáculo barato, aunque de los años sesenta hasta el día de hoy el precio ha aumentado hasta un mil por cien.
R. Se intenta combinar una programación con películas más populares o taquilleras con películas más desconocidas. Al fin y al cabo el teatro lo que busca es una proyección cultural e intentar completar la oferta que ya existe. Se intenta proyectar películas que no se dan en Max Center o en Yelmo. Hay veces que también se recuperan películas que han tenido éxito porque lo que interesa es que la masa crítica que acude al teatro sea lo más amplia posible. Se intenta llegar al máximo número de espectadores y por eso se proyectan algunas veces películas más comerciales y otras más minoritarias.
P. ¿Tiene en proyecto algún proyecto de investigación relacionado con el cine?
R. Proyectos en concreto ninguno. Lo que hago es documentarme todo lo que puedo para después escribir. Después publicas artículos y ya si te surge la oportunidad escribes un libro.
P. ¿Qué libros ha publicado?
R. El primero es 'Del taller a la fábrica de sueños', que recoge la evolución del cine desde su llegada al municipio en 1904 hasta la Guerra Civil, 1937. El posterior, que ofrece una visión más panorámica del cine, se titula 'Cinematógrafos barakaldeses'. Es una crónica de 100 años de historia, desde 1904 hasta 2004. Habla desde los orígenes del cine hasta casi la actualidad.
P. ¿Cómo se podría apoyar al cine en Barakaldo?
R. Es algo muy complicado. El cine es actualmente un espectáculo en retroceso. El tema de los precios es un elemento disuasorio para el espectador. La única posibilidad sería que bajaran los precios, esa es la solución. Es lo único que podría motivar al espectador a ir al cine. Está claro que hoy en día se ve más cine que nunca, pero no precisamente en las salas.
P. ¿Conoce algún proyecto para la creación de nuevos cines en Barakaldo?
R. Pues no. Nos daríamos con un canto en los dientes si tanto los cines Yelmo como Max Ocio se mantuviesen. Hay que tener en cuenta lo que hemos comentado antes, que no cubren sólo Barakaldo, sino el área metropolitana de Bilbao. Ahora lo importante es que se mantenga la oferta que hay.
P. ¿Qué pasará con los cines en el futuro? ¿Desaparecerán?
R. La exhibición va a seguir existiendo. El problema es en qué medida, con cuántos cines y con cuántos espectadores.
P. ¿Bajando el precio de las entradas, y tal vez tomando alguna medida más, habría alguna posibilidad de que el cine vuelva a ser lo que fue en su día?
R. No. Es imposible. Antes aparte de ser un espectáculo nuevo y barato, era algo innovador, prácticamente la única o una de las únicas formas de ocio. La gente no tenía nada mejor que hacer que ir al cine.
P. En cuanto al Teatro Barakaldo, ¿cómo será en el futuro?
R. La idea es continuar con la actividad cinematográfica. Estamos viviendo unos años muy inestables, con muchos cambios en todos los sectores. ¿Cómo puede afectar eso? Pues no lo sabemos, es muy imprevisible. Tal vez en el futuro haya otro tipo de cine, otro tipo de espectador. Cine siempre habrá, pero no se sabe dónde se verá.
P. ¿Le gusta el cine en 3D?
R. Me gustan las películas sean como sean. Lo importante es la calidad de la película. Hemos vivido toda la vida sin 3D, y nos podríamos pasar otros 100 años sin el cine en 3D. Está claro que cuando nació marcaba un poco la diferencia, cuando salió la película de Avatar, pero yo creo que ya no.
P. ¿Va mucho al cine?
R. Voy menos que hace unos años, pero será algo que espero no dejar de hacer.