Llevo años escribiendo que los niveles de violencia de los adolescentes y jóvenes no son, en la actualidad, superiores a los que había hace 50 años, ni siquiera a los de hace 10 o 15. Pero añado inmediatamente que encontramos, con demasiada frecuencia, episodios de violencia entre jóvenes, adolescentes o menores de edad, escalofriantes e inimaginables en otros tiempos. Unos chavales en
Barakaldo (Vizcaya) mataron a patadas, en el atrio de una iglesia, a un menesteroso y fueron a contárselo a sus compañeros… Estamos ante un problema real y la violencia juvenil, quizá menor en número que hace, digamos 40 años, hoy es más grave.
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