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Opinión / Elkarrekin Barakaldo / Un futuro sin María

Artículo de Christian Bolaños*. María Pilar Collado se levanta, como cada mañana a lo largo de los últimos 42 años, dispuesta a atender su trabajo comunitario. Es especialista en el ámbito de la salud mental y la pandemia de la COVID-19 ha golpeado duro en este aspecto. Mientras se prepara, echa la vista atrás, a los orígenes de su actividad en el barrio. 

Fue en octubre del año 79 cuando, junto a  un conjunto de mujeres y en colaboración con la asociación de familias y trabajadores sociales de la zona, tuvo que organizarse para lidiar con el severo problema social que se cocía a fuego lento entre sus calles: el alcoholismo. La ausencia de servicios y recursos llevó a la comunidad vecinal a organizarse para buscar soluciones, ¡y vaya si lo hizo! La demanda creció tanto que acabó atendiendo a todo tipo de problemáticas sociales y mentales. Y es que las necesidades del barrio eran muchas y muy desatendidas. En muchos casos, las personas afectadas eran niños y adolescentes, y la atención individual no era suficiente, se necesitaba una atención familiar que los servicios públicos no eran capaces de cubrir.

Desde entonces, los años habían ido pasando y su trabajo creció tanto que llegó a dar ayuda a ochocientos pacientes al año. Pensó en el número y se detuvo. Es una bonita cifra para una memoria estadística, pero para ella era algo más, eran ochocientas personas, ochocientas vidas, ochocientas historias, ochocientos puzzles incompletos… Le vino a la mente su primera crisis grave allá por 2012, una situación súbita e incomprensible que la golpeó como el relámpago cuando recibió el aviso de no renovación de su contrato. Fueron momentos de gran incertidumbre para ella, pero también para las familias que dependían de su trabajo. Todo el mundo a su alrededor se preguntaba lo mismo ¿Qué será ahora de nosotras sin María? Fueron dos años de lucha por la supervivencia, manifestaciones, firmas de personalidades públicas en reconocimiento a su labor… todo ello mientras continuaba su trabajo subsistiendo con la voluntad de sus pacientes. En esa ocasión, la presión social tuvo su fruto y en 2014 la renovaron por 5 años. 

El momento le dolía en la memoria, pero todavía quedaba lugar para la esperanza. Su labor era tan importante que en 2018 fue declarada de utilidad pública por el Gobierno Vasco. Según constaba en la declaración, su trabajo en las áreas de atención psicosocial y sanitaria, así como favorecer el empoderamiento de la mujer y la igualdad, la hacían merecedora de ello. Otra bocanada de esperanza. 

Llegó 2019 y, con él, la segunda crisis. La historia se repetía de nuevo, el mismo patrón. Vuelven los años de lucha, de presión social y manifestación ciudadana. La etiqueta de utilidad pública se deshace como papel mojado mientras quienes se la dieron miran para otro lado.

María sale por la puerta de casa. Es 31 de mayo de 2021, su último día de trabajo. Nadie sabe qué pasará con las personas que dependen de ella.

María Pilar Collado no existe, es una personificación del Módulo de Asistencia Psicosocial de Cruces. Comparten la misma e inexplicable historia.

*Christian Bolaños
Concejal de Elkarrekin Barakaldo